El melanoma, el cáncer de piel más mortal, mata a unas 11.000 personas al año en Estados Unidos. A pesar de décadas de advertencias, el mecanismo biológico preciso que subyace al riesgo de cáncer asociado a las camas de bronceado sigue sin estar claro.
La industria del bronceado artificial, que está resurgiendo, ha utilizado esta incertidumbre para argumentar que las camas de bronceado no son más dañinas que la luz solar.