MADRID, 20 Oct. (EUROPA PRESS) - Cada vez más intervenciones pediátricas requieren anestesia, un procedimiento seguro pero muy distinto al del adulto. Y es que el cuerpo y el cerebro del niño presentan particularidades anatómicas, fisiológicas, y emocionales que exigen una adaptación precisa de fármacos, de dosis, y de entornos. La evidencia científica actual descarta efectos en el desarrollo cerebral por exposiciones puntuales, y destaca también el papel clave de los anestesiólogos pediátricos en la tranquilidad del pequeño paciente, y en la de sus padres.