Se activan procesos que pueden despertar frustración o ansiedad, pero también serenidad y renovación si se afrontan con "autocuidado"
CÓRDOBA, 23 Dic. (EUROPA PRESS) - La Navidad y el final del año no son sólo fechas señaladas en el calendario, sino que constituyen "un espejo emocional que invita a cerrar heridas y a abrir nuevos comienzos", pues representan un cambio de ciclo vital que, desde el punto de vista psicológico, nos llama, "inevitablemente, a mirar atrás y a proyectarnos hacia el futuro", en el marco de "un ejercicio que, aunque natural, puede activar emociones y mecanismos internos que habían permanecido en silencio durante el resto del año".