MADRID, 8 Ene. (EUROPA PRESS) - La inocencia e inexperiencia de los niños hace que, para ellos, el mundo esté lleno de sorpresas, y, sin embargo, los adultos son mucho más difíciles de sorprender, pero ¿hay alguna explicación más para este suceso? Sí, detrás de esta situación aparentemente sencilla hay procesos cerebrales más complejos que explican por qué el ser humano se sorprende o no, según apuntan investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) que han utilizado ratones para descifrar cómo se desarrollan en el cerebro en crecimiento las reacciones ante lo inesperado.