Enfermedad del Alzheimer | Causas, síntomas y tratamientos

Alzheimer

¿Qué es el Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es la demencia primaria más común. Suele presentar un curso progresivo y característicamente afecta a distintas funciones cognitivas y conductuales. Quizá el síntoma cardinal y con más frecuencia de debut sean los fallos de memoria, que refleja la afectación precoz del hipocampo que ocurre al inicio en esta enfermedad. Pero posteriormente se observará la afectación de otras áreas cognitivas y conductuales que definirán la demencia.

Los cerebros de los pacientes con Alzheimer presentan una serie de hallazgos característicos. Observamos la presencia de ovillos neurofibrilares que son fundamentales para el diagnóstico y consisten en inclusiones de fibras anormales en las neuronas. Depósito de una proteína llamada amiloide, en una estructura denominada placa neurítica o rodeando los vasos que nutren el cerebro. Se observa además degeneración granulovauolar que consiste en que en las neuronas aparecen vacuolas agrupadas.

Otros hallazgos son la pérdida de sinapsis y los cuerpos de Hirano.

Afecta a un 5-15% de la población mayor de los 65 años, aunque también puede afectar a pacientes más jóvenes. Representa más del 50% de las demencias. Como factores de riesgo para padecerla además de la edad destaca la presencia de antecedentes familiares, los factores de riesgo vascular y los TCE graves. Parece que el disponer de un buen nivel educacional permite al paciente disponer de una reserva cognitiva y retrasar el debut de la enfermedad.

 Síntomas del Alzheimer

Típicamente el paciente tendrá dificultad para aprender nueva información e irá perdiendo aquellos hechos que ha adquirido más recientemente (gradiente temporal). La información más antigua “aguantará” hasta fases más tardías.

Posteriormente aparecerán otros síntomas como la alteración ejecutiva con dificultades para hacer planificaciones, pérdida de flexibilidad en el pensamiento o dificultad para realizar acciones no aprendidas. También se sumarán los clásicos síntomas afaso-apraxo-agnósicos, con alteración del lenguaje, problemas para realizar movimientos aprendidos o para reconocer a los familiares u objetos cotidianos.

Además de los síntomas cognitivos los pacientes pueden presentar síntomas neuropsiquiátricos como depresión, apatía, ansiedad, agitación, alucinaciones o delirios. La depresión es un síntoma importante que ha sido considerado desde un factor de riesgo hasta un síntoma precoz de la enfermedad. Se debe distinguir de la apatía que es la falta de iniciativa de los pacientes, pero sin la emotividad negativa típica de la depresión. La ansiedad es frecuente en las fases iniciales y es importante tratarla. Finalmente como síntomas muy disruptivos están las alucinaciones y delirios que en la enfermedad de Alzheimer suelen ser relativamente tardíos, diferenciándola de la demencia con cuerpos de Lewy.

Es muy importante tener en cuenta la situación del paciente para tomar las decisiones adecuadas en cada momento. En etapas iniciales apoyarle y permitir y potenciar la autonomía pero también saber los momentos en los que deberemos plantearnos una incapacidad.

Tratamiento para el Alzheimer

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se sustenta fundamentalmente en dos pilares complementarios: el tratamiento no farmacológico y el tratamiento farmacológico.

- Tratamiento no farmacológico:

Dentro del tratamiento no farmacológico la estimulación cognitiva es fundamental en las fases iniciales. Consiste en la realización de una serie de actividades que buscarán el mantenimiento de las funciones cognitivas afectas por la enfermedad. Busca potenciar la reserva de la persona. Se pueden llevar con grupos reducidos o de manera individual. Cuando se realiza con grupos es fundamental que todos los pacientes presenten un nivel cognitivo y educacional similar.

Otras terapias incluyen la musicoterapia, la terapia con expresiones artísticas o con animales. Todas ellas buscan potenciar o suplir algunos aspectos deficitarios del paciente con otros recursos cognitivos o emocionales.

- Tratamiento farmacológico:

Disponemos de tratamientos específicos para la enfermedad, y otros tratamiento para síntomas que incidirían en algunos aspectos que pueden presentar los pacientes de manera puntual.

Actualmente disponemos de dos grupos de tratamientos específicos, los inhibidores de la colinesterasa y los antagonistas del NMDA. Los inhibidores de la colinesterasa han demostrado eficacia en los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y tienen una actividad modificadora de la enfermedad limitada. El primero que se comercializó fue la tacrina, actualmente no utilizado por los efectos secundarios.

En el momento actual disponemos del Donepezilo, vía oral con beneficio cognitivo global y eficacia sobre algunos síntomas neuropsiquiátricos. La Rivastigmina que mejora la cognición y las actividades de la vida diaria, disponible vía oral y en parches y la Galantamina que mejora también la atención y retrasa los síntomas neuropsiquiátricos. Todos ellos comparten efectos secundarios, fundamentalmente gastrointestinales en forma de náuseas y vómitos y de manera excepcional y en pacientes predispuestos arritmias cardíacas.

La Memantina es un antagonista de los receptores anti-NMDA. Presenta un efecto beneficioso en la función cognitiva y en la conducta. Los efectos secundarios más frecuentes son el mareo, el dolor de cabeza el estreñimiento y la confusión.

Por otro lado, dependiente de los síntomas de los pacientes utilizaremos otros fármacos, como los antidepresivos para tratar la depresión, neurolépticos en caso de alucinaciones o delirios, antiepilépticos,…

En una enfermedad tan frecuente, grave y compleja como la enfermedad de Alzheimer se están diseñando nuevos tratamientos. Desde anticuerpos que bloquean algunas proteínas, inhibición de la agregación del amiloide, a nuevas dianas a factores tróficos.

¿Cuáles son sus causas?

Actualmente se piensa que la enfermedad de Alzheimer, al igual que otras enfermedades neurodegenerativas, es el producto de la interacción de mecanismos genéticamente determinados con factores evolutivos propios del individuo o consecuencia de su interacción con el medio.

¿Cómo se diagnostica el Alzheimer? 

El diagnóstico definitivo de la enfermedad se hace mediante la anatomía patológica. Pero realmente en el día a día el diagnóstico es clínico. Esto implica una valoración integral del paciente. En este sentido una adecuada historia clínica y una exploración cognitiva y conductual adecuada es la base para el mismo. De manera puntual y en la evaluación inicial de los pacientes se puede recurrir al uso de test. Esto test de cribado no diagnostican la enfermedad, solo son recursos útiles por ser breves. Entre ellos destacan el Minimental State examination, el fototest, el MIS, el test del reloj o el eurotest.

En algunas situaciones puede ayudar al diagnóstico la realización de estudios neuropsicológicos completos en los que evaluamos distinto aspectos de la función cognitiva y se compara con la población general normal.

Una vez que se sospecha que el paciente padece un deterioro cognitivo se suelen pedir pruebas complementarias cuyo objetivo es excluir otras patologías tratables que pueden debutar con síntomas parecidos se suele pedir por sistema además de una analítica general, una prueba de neuroimagen (TC o RM craneal) estudio de hormonas tiroides, vitamina B12 y serología luética.

¿Cómo se puede prevenir el Alzheimer?

Actualmente conocemos que algunas actividades pueden ser útiles en la prevención de la enfermedad de Alzheimer.

Fundamentalmente el ejercicio físico moderado al menos tres veces al día, estar cognitivamente activo y una dieta rica ácidos grasos omega 3 y vitaminas. Por otro lado debemos controlar los factores de riesgo vascular como la tensión arterial, el colesterol y la glucemia.

Pronóstico del Alzheimer

El pronóstico de la enfermedad ha mejorado en los últimos años gracias al conocimiento de la enfermedad que nos ha permitido hacer un diagnóstico precoz y aplicar estimulación cognitiva y terapias farmacológicas.

Sin embargo de manera lentamente progresiva, la evolución lleva, inexorablemente al paciente a una situación de dependencia absoluta.

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