MADRID, 17 Feb. (EUROPA PRESS) - El corazón es un órgano vital que actúa como una bomba incansable, encargado de impulsar la sangre a través del sistema circulatorio, tiene además una capacidad sensorial inesperada que comparte con la papilas gustativas. ¿Podría esto significar que lo que comemos influye en nuestro ritmo cardíaco de formas que nunca imaginamos? ¿Hasta qué punto nuestra dieta podría estar modulando el funcionamiento del corazón sin que lo sepamos?