Cuando un niño de 3 o 4 años inventa que tiene un perro o asegura que no ha comido chocolate cuando lo has visto hacerlo, no significa que sea un mentiroso. En realidad, se trata de una fase clave en su desarrollo cerebral: está aprendiendo a distinguir entre realidad y fantasía, a usar la imaginación, y a comprender que los demás tienen pensamientos distintos a los suyos.