¿Qué pasa en tu cuerpo si comes grasas procesadas en el otoño? El experimento con ratones que lo explica todo

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Publicado: viernes, 24 octubre 2025 8:16

   MADRID, 24 Oct. (EUROPA PRESS) -

Las grasas procesadas forman parte de la dieta de millones de personas, especialmente con la llegada del otoño, cuando el cuerpo pide energía extra para enfrentar el descenso de las temperaturas. Sin embargo, lo que ocurre en nuestro organismo al consumir este tipo de alimentos en esta época sigue despertando el interés de la ciencia.

Un reciente experimento con ratones promete arrojar luz sobre cómo responde nuestro metabolismo ante estos cambios, y podría ser clave para comprender de forma más profunda el impacto de la nutrición estacional en la salud.

GRASAS PROCESADAS Y SU PAPEL EN LA DIETA OTOÑAL

   Un nuevo estudio de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) muestra que nuestros patrones naturales de alimentación están más estrechamente vinculados a los ritmos estacionales de lo que se creía anteriormente.

   El estudio, realizado en ratones, es el primero en investigar el papel de la nutrición en la adaptación de los mamíferos a las estaciones. Los hallazgos publicados en 'Science' y podrían inspirar nuevos enfoques para el tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2.

    Es sabido que, desde la perspectiva de nuestro cuerpo, las grasas saturadas (que incluyen las grasas hidrogenadas que se encuentran en muchos bocadillos) señalan la llegada del verano, cuando los alimentos son naturalmente abundantes y los animales se están preparando para los magros meses de invierno.

    Los científicos creían que los mamíferos se guían por la duración del día para saber cuánto comer. Los osos negros, por ejemplo, se atiborran de bayas y nueces durante los días más largos de primavera y verano, pero ayunan durante su larga hibernación invernal.

RESULTADOS DEL EXPERIMENTO: DIETA, RITMOS BIOLÓGICOS Y COMPORTAMIENTO EN RATONES

    Ahora, este nuevo estudio de la Universidad de California en San Francisco muestra que puede tener tanto o más que ver con el equilibrio de grasas saturadas e insaturadas que tienen en su dieta.Los investigadores descubrieron que la grasa saturada afecta el comportamiento de una proteína llamada PER2, que regula el metabolismo de la grasa y los ritmos circadianos. Dependiendo de la cantidad de grasa saturada consumida, esta proteína puede indicar al cuerpo que queme grasa o la almacene.

   A medida que se acerca el verano, las plantas comienzan a producir más grasas saturadas. En los mamíferos que consumen estas plantas, la grasa saturada señala la temporada de abundancia y PER2 estimula al cuerpo a almacenar energía que utilizará en invierno, cuando escasea el alimento.

    Con la llegada del otoño, las plantas producen más grasas insaturadas, lo que les ayuda a funcionar mejor en condiciones de frío. Los mamíferos que consumen más de este tipo de grasa, en lugar de la saturada, reciben señales de que el verano está llegando a su fin. A medida que disminuyen los suministros de alimentos, PER2 prepara al cuerpo para aprovechar sus reservas de grasa.

    "Es lógico que tanto la nutrición como la duración del día guíen el comportamiento estacional", comenta el doctor Louis Ptacek, profesor de Neurología y autor principal del estudio, citando el ejemplo de los osos que hibernan. "Si es otoño y aún hay muchos frutos secos y bayas para comer, el oso podría seguir comiendo en lugar de refugiarse en el sueño invernal, incluso cuando percibe que los días se acortan".

   Ptacek y el coautor principal, el doctor Ying-Hui Fu, han estudiado PER2 desde que descubrieron en 2001 que el gen y su proteína controlan nuestros ciclos de sueño-vigilia de 24 horas. Aproximadamente una década después, se descubrió que PER2 también desempeña un papel en el metabolismo de las grasas, lo que llevó a los investigadores a sospechar que nuestros relojes biológicos hacen más que marcar el tiempo.

RITMOS CIRCADIANOS ALTERADOS Y RIESGOS PARA LA SALUD

    El equipo decidió investigar el efecto combinado de la grasa y la luz en ratones. Los investigadores simularon el ciclo de las estaciones exponiendo a los ratones a 12 horas de luz y oscuridad cada día para simular el equinoccio de otoño y verano; luego, los sometieron a 20 horas de luz para simular el verano y 20 horas de oscuridad para el invierno.

    Los ratones con una dieta baja en grasas y calorías se adaptaron fácilmente a los cambios estacionales. A medida que las noches se alargaban, empezaron a correr sobre sus ruedas en cuanto oscurecía, un comportamiento normal en un ratón nocturno. Por el contrario, los ratones que consumieron una dieta rica en grasas no pudieron despertarse y empezar a correr hasta unas horas después del anochecer.

   A continuación, el equipo comparó el efecto de los alimentos ricos en grasas insaturadas, como las que se encuentran en las semillas y los frutos secos, con el de los alimentos que contienen grasas hidrogenadas, como las que se encuentran en los alimentos procesados. Los ratones que comieron más grasas hidrogenadas no se adaptaron bien a la oscuridad prolongada del invierno y no se despertaron y comenzaron a correr sobre sus ruedas hasta muchas horas después del comienzo de la noche.

   Las alteraciones en los ritmos biológicos se han vinculado a trastornos del sueño, obesidad, diabetes y problemas de salud mental, y los investigadores afirmaron que probablemente esto también se aplique a los ritmos estacionales desfasados. Corregir estos desequilibrios podría mejorar el sueño y los niveles de energía, prevenir enfermedades crónicas y ayudar a quienes trabajan por turnos y a quienes sufren jet lag.

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