MADRID, 17 Oct. (EUROPA PRESS) -
El aceite de palma ha sido señalado como el villano de la deforestación y la pérdida de biodiversidad, mientras que el aceite de oliva y otros aceites vegetales se presentan como opciones “saludables” y sostenibles. Pero la realidad podría ser más complicada: casi todos los aceites tienen impactos ambientales y sociales, y la clave está en cómo se cultivan y gestionan.
Investigadores de Borneo Futures y la Universidad de Kent llaman a mirar más allá de los mitos y exigir transparencia y trazabilidad en la industria, en una investigación financiada por el Grupo Ferrero (Soremartec SA y Soremartec Italia).
LLAMADO A LA TRANSPARENCIA EN LA INDUSTRIA
El aceite de palma no es inherentemente malo, y el aceite de oliva no es inherentemente bueno, afirman científicos conservacionistas de Borneo Futures (Brunei) y la Universidad de Kent (Reino Unido), en un artículo de opinión publicado en la revista 'Cell Reports Sustainability' de Cell Press, donde argumentan que la industria del aceite vegetal está plagada de narrativas y mitos sobre diferentes tipos de cultivos oleaginosos, pero la realidad esta mucho más matizada.
Casi todos los aceites, incluidos el de soja, oliva, coco y sésamo, se asocian con problemas de biodiversidad y derechos humanos en algunos contextos, dependiendo de la gestión de los cultivos y las cadenas de suministro. Los investigadores piden mayor transparencia y regulación para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas sobre sus elecciones de aceite.
"Los cultivos no destruyen los bosques ni otros hábitats biodiversos; las personas sí. Queremos aportar más matices al debate sobre los aceites vegetales, para que los consumidores sean conscientes de que no es nada sencillo. Insto a todos a analizar con mayor profundidad, si les preocupan los problemas sociales y ambientales", informa el autor y científico conservacionista Erik Meijaard, de Borneo Futures y la Universidad de Kent.
TODOS LOS ACEITES TIENEN IMPACTOS
El aceite de palma ha sido vilipendiado en el hemisferio norte debido a la preocupación por la deforestación de la selva tropical y la destrucción del hábitat de los orangutanes. Los investigadores afirman que esta preocupación está justificada, pero que otros cultivos oleaginosos pueden causar daños ecológicos igualmente graves.
Por ejemplo, la producción de soja ha impulsado una deforestación masiva en Sudamérica y está asociada al uso a gran escala de pesticidas y a los problemas de salud humana relacionados en Sudamérica; la recolección de aceitunas mata a millones de aves que se posan allí cada año; y la producción de sésamo se ha vinculado a violaciones de derechos humanos en Sudán del Sur y Etiopía.
La producción de aceite de palma no siempre es mala, afirman los investigadores. Los agricultores de subsistencia (es decir, los que cultivan para su propio consumo) en África Central y Occidental representan alrededor del 18% de la tierra utilizada a nivel mundial para el cultivo de palma aceitera, pero este cultivo tradicional suele pasarse por alto en las estadísticas globales.
DIFICULTAD PARA DECISIONES DE COMPRA INFORMADAS
Además, el mayor escrutinio que ha recibido el aceite de palma en las últimas dos décadas ha impulsado regulaciones y certificaciones más estrictas dentro de la industria."Ha habido tanta presión sobre la industria del aceite de palma para mejorar las prácticas de sostenibilidad que ha empujado a una parte, pero ciertamente no a toda la industria, hacia una dirección mucho mejor", cuestiona Meijaard.
Los investigadores reconocen que actualmente es muy difícil tomar decisiones de compra informadas debido a la falta de transparencia y trazabilidad dentro de la industria del aceite vegetal. "La opacidad de las cadenas de suministro dentro de la industria implica que, incluso si se desea saber cuál es el impacto real de su consumo, no se puede", expone Meijaard. "Deberíamos poder acercarnos a un producto con el móvil, señalar un código QR y este debería indicarnos si su producción se ajusta a nuestros valores. Las tecnologías ya existen; solo es cuestión de cómo escalarlas de forma rentable".
Mejorar la transparencia en la industria petrolera requerirá cambios en las políticas y regulaciones internacionales, afirman los investigadores. También enfatizan la importancia de ofrecer incentivos para recompensar a las empresas que cumplen con altos estándares de sostenibilidad y trazabilidad.