¡Qué suerte que tenemos antivirales frente a la covid-19! Aquí una breve radiografía sobre su empleo

Archivo - Por qué los anticuerpos monoclonales son útiles frente al paciente covid
Archivo - Por qué los anticuerpos monoclonales son útiles frente al paciente covid - SITTITHAT TANGWITTHAYAPHUM/ ISCTOK - Archivo
Actualizado: martes, 11 enero 2022 17:00

   MADRID, 11 Ene. (EDIZIONES) -

   Antivirales y vacunas se complementan en la lucha contra una pandemia como esta que nos ha tocado vivir de la COVID-19. No son estrategias excluyentes, sino amigas, bien integradas y con aportaciones aglutinadoras hacia objetivos compartidos: el control del virus en las personas de forma individual, así como en la población en general.

   Para poder entender un poco mejor en qué consisten los tratamientos antivirales, y cuál puede ser su papel frente a la COVID-19, en Infosalus entrevistamos al doctor Miguel Salavert Lletí, especialista en Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, y jefe de dicha unidad en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, así como experto en la materia.

   Según explica, los tratamientos antivirales son fármacos con capacidad de bloquear o inhibir diferentes pasos del ciclo vital de los virus, desde su intento por entrar en las células humanas que quieren infectar, hasta frenar su capacidad de salir y ser eliminados de la célula parasitada para invadir otras nuevas. No olvidemos que los virus son las partículas infectivas más pequeñas que causan enfermedad infecciosa, basadas en ADN o ARN, pero que son dependientes y necesitan del mecanismo celular de unas células huésped para poder sobrevivir mediante su replicación y multiplicación intracelular. Son verdaderos aliens o parásitos depredadores de las células de nuestro organismo, pues se aprovechan de ellas, subraya el doctor.

   También dice que se comportan como antivirales aquellos nuevos productos denominados anticuerpos monoclonales, producidos mediante biotecnología, que no son más que inmunoglobulinas muy específicas sintéticas dirigidas a fragmentos o proteínas de los virus, y con capacidad de bloquearlos y neutralizarlos con gran afinidad, como si fueran verdaderos anticuerpos humanos generados por el sistema inmune, pero en estos casos fabricados artificialmente, en el laboratorio.

FUNCIONES DE LOS ANTIVIRALES

   Este experto en enfermedades infecciosas celebra que los tratamientos antivirales se utilizan bien para prevenir la infección o bien para tratar la enfermedad viral ya declarada. Ayudan a evitar gravedad en los casos de infección, a evitar la progresión de la enfermedad, es decir, a minimizar los riesgos vitales, complicaciones o muerte; o en el caso de sobrevivir, que no se pague con un alto peaje de secuelas, ya sean respiratorias pulmonares o de otros órganos, indica, al mismo tiempo que resalta que pueden ayudar a disminuir la excreción de virus, ayudar a su más rápida limpieza y eliminación del organismo, así como a la hora de evitar la cadena de transmisión entre personas.

   Ello se puede comprobar en casos tan variados como el VVZ (virus varicela-zoster) en su afectación de piel y mucosas extensa tratado con aciclovir, como en el VIH tratado con antirretrovirales y transmitido por vía sexual, o en el tratamiento del SARS-COV-2 con remdesivir, eliminando una excreción prolongada del virus desde vías respiratorias de unas personas a otras, agrega.

   Es más, mantiene que los antivirales dirigidos frente al SARS-COV-2 permiten en cierta manera prevenir la enfermedad o evitar su desarrollo hacia estadios más avanzados moderados o graves, reduciendo el riesgo de ingreso hospitalario o en la UCI y las complicaciones de necesitar oxígeno, y especialmente de no llegar a requerir ventilación mecánica invasiva, además de conseguir un efecto favorable en la evolución y disminuir la morbimortalidad.

   En líneas generales, eso sí, el doctor Miguel Salavert destaca que no se disponen de antivirales para todos los grupos de virus (virus Epstein-Barr, hantavirus, o el del sarampión, por ejemplo), pero sí los hay disponibles para tratar las infecciones generadas por el virus VIH, la gripe (virus influenza), el citomegalovirus, el virus del herpes simple o el virus de la varicela zóster, así como del mismo SARS-COV-2.

ANTIVIRALES EN LA COVID

   Para el manejo de la infección por SARS-COV-2, es decir de la enfermedad de la COVID-19, ya existen y se disponen de varios fármacos y estrategias antivirales. Este especialista del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia sostiene que la industria farmacéutica ha investigado muy rápidamente para disponer y ofertar de antivirales lo más eficaces y seguros posibles, al igual que en la investigación en vacunas.

   En algunos casos, celebra que los fármacos antivirales elegidos para tratar la COVID proceden del reposicionamiento de fármacos antivirales previos, más antiguos, ya investigados y probados para otros virus respiratorios comunitarios, o para los coronavirus anteriores, como el SARS-COV-1 o el MERS, entre otros, pero también procedentes del grupo de antivirales del VIH, del virus del Ébola, de la gripe, o del virus respiratorio sincitial, por ejemplo.

   Quizás el ejemplo principal frente al SARS-COV-2 lo constituye el remdesivir (Gilead), un antiviral capaz de inhibir una enzima o proteína clave en el ciclo vital celular del virus, que se denomina RNA-polimerasa, y que se administra por vía intravenosa, habitualmente en pacientes ingresados en el hospital, agrega.

   Existen otros antivirales en investigación y ensayo, en distintas fases, según prosigue el doctor Salavert, como el molnupiravir (MSD), activo con biodisponibilidad oral, un antiviral amplio espectro frente a virus respiratorios RNA, ya investigado para la gripe, con actividad en SARS, MERS, SARS-COV-2 y que ejerce su actividad antiviral introduciendo errores de copia durante la replicación del ARN viral.

   También se disponen ya de anticuerpos monoclonales (compañías Regereron, GSK) que bloquean y neutralizan el virus, según añade, como si de verdaderos sueros hiperinmunes humanos se tratara, en definitiva IGs muy específicas frente al SARS, de diseño y fabricación industrial, con gran afinidad para fijarse a proteínas del virus (como la famosa proteína S o Spike) lo cual conduciría a una inhibición del virus, imposibilitándole entrar en las células humanas, cuando aún viajan por la sangre;es como un auténtico placaje del virus antes de entrar en células humanas, valora el experto.

   Menciona también al ritonavir (un inhibidor de las proteasas virales), reposicionado y que está siendo estudiado por la compañía Pfizer, donde los datos preliminares parecen ser favorables en evitar progresión o gravedad hacia complicaciones de la infección por SARS-COV-2.

EFECTOS SECUNDARIOS Y CUÁNDO DEBEN ADMINISTRARSE

   Este especialista recuerda asimismo que toda buena acción no queda impune de su pecado o efecto negativo y, pese a los efectos beneficiosos mencionados, cualquier fármaco, cualquier antimicrobiano, y los antivirales no iban a ser menos, pueden producir efectos adversos: Hay un riesgo de toxicidad a pagar, un peaje de efectos secundarios, unos conocidos y otros no tanto, que debemos asumir y balancear en cada caso. Afortunadamente los efectos secundarios más frecuentes son los más leves y no suelen obligar a interrumpir los tratamientos antivirales, y los efectos más graves son realmente infrecuentes.

   En el caso concreto de los efectos adversos de los antivirales utilizados frente a la COVID-19 reconoce que estos son escasos, infrecuentes, y generalmente leves o moderados. Prácticamente los anticuerpos monoclonales no causan toxicidad ni interacción farmacológica relevante, a lo sumo, alguna reacción infusional, rara e infrecuente, y remdesivir debe vigilarse en cuanto a producir colapso circulatorio en su momento de infusión y posteriormente, así como monitorizar la función renal del enfermo.

   Pero, ¿dentro de un tratamiento frente a la COVID en qué punto deben administrarse? Este especialista en enfermedades infecciosas y microbiología puntualiza que los antivirales frente al SARS-COV-2 ganan en eficacia frente al virus, para disminuir su carga viral, si se administran muy precozmente, lo antes posible: Deberían administrarse en la primera fase de la enfermedad, en los primeros 5 días, en todos aquellos pacientes diagnosticados de COVID-19 en los que deseemos frenar y evitar su progresión, y que tienen factores de riesgo para ello (obesidad, diabetes, enfermedad cardiocirculatoria, inmunosupresión, edad avanzada, etc), con el fin de evitar el desarrollo o progresión de la neumonía, de las necesidades de oxígeno, o de requerir ingreso en UCI.

   Ahora bien, el doctor Salavert reconoce que en pacientes inmunodeprimidos o en condiciones especiales (ingreso en la UCI, excreción prolongada del virus en secreciones respiratorias) puede alargarse o reiniciarse el tratamiento antiviral con el fin de minimizar la replicación y multiplicación del virus, para intentar evitar cotas altas de contagiosidad y romper la cadena de transmisión del virus, de unas personas a otras, o bien para evitar que la continua replicación viral pueda generar variantes nuevas de preocupación, con mayor capacidad de transmisibilidad del virus o de generar resistencias a vacunas y antivirales.

   La salud no tiene precio, pero la sanidad tiene un coste. Deben mantenerse, apoyarse y financiarse con cooperación público-privada los proyectos de investigación en nuevos antivirales y vacunas frente al SARS-COV-2. El conseguir antivirales más efectivos, cómodos y por vía oral, por ejemplo, y nuevas vacunas potentes con objetivo erradicador del virus, es el desafío siguiente que en la actualidad debemos acometer, defiende.

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