MADRID, 22 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un estudio japonés de la Universidad de Nagoya (Japón) revela por qué algunos grupos poblaciones pierden la protección de la vacuna del COVID-19 más rápido que otros, incluso si comienzan con niveles de anticuerpos más fuertes. Los hallazgos se recogen en 'Science Translational Medicine'.
Los investigadores rastrearon los niveles de anticuerpos de los individuos después de las vacunaciones e identificaron cuatro patrones distintos de respuesta inmunitaria tras la primera dosis de refuerzo. Cabe destacar que el grupo que comenzó con los niveles más altos de anticuerpos, pero experimentó una disminución más rápida, se infectó antes.
Las personas con niveles más bajos de anticuerpos IgA(S) en sangre, que protegen la nariz y la garganta, también presentaron un mayor riesgo. Los hallazgos sugieren que monitorear la evolución de los niveles de anticuerpos a lo largo del tiempo podría ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de infección.
Dirigido por científicos de la Universidad de Nagoya, el equipo de investigación midió los niveles de anticuerpos en 2.526 personas durante 18 meses para observar cómo cambiaban las respuestas a la vacuna entre la primera dosis y las dosis de refuerzo posteriores. Desarrollaron un sistema de clasificación matemática para las respuestas a la vacuna contra la COVID-19 mediante seguimiento a largo plazo y análisis informático basado en IA, convirtiéndose en los primeros en identificar y caracterizar sistemáticamente al grupo de "declive rápido".
ESTOS SON LOS 4 OATRONES CLAROS DE RESPUESTA
Los investigadores descubrieron que las respuestas inmunes se dividían en cuatro patrones claros: algunas personas mantenían niveles altos de anticuerpos a lo largo del tiempo (respondedores duraderos), otros comenzaban con niveles fuertes pero los perdían rápidamente (respondedores de declive rápido), un tercer grupo producía pocos anticuerpos que también declinaban rápidamente (respondedores vulnerables) y el resto se encontraba en el medio (respondedores intermedios).
EL GRUPO MÁS SORPRENDENTE: ALTOS ANTICUERPOS QUE CAEN RÁPIDO
Según Shingo Iwami, autor principal y profesor de la Escuela de Posgrado de Ciencias de la Universidad de Nagoya, los resultados del grupo con deterioro rápido de la enfermedad fueron sorprendentes. "A pesar de su impresionante respuesta inmunitaria inicial, contrajeron la COVID-19 antes que otros grupos, mientras que quienes respondieron de forma duradera mantuvieron la protección durante periodos más largos. Los análisis de sangre únicos para anticuerpos IgG, el tipo de anticuerpo que utilizamos para la clasificación, no detectaron este riesgo. Solo mediante el seguimiento de los cambios a lo largo de los meses pudimos observar el patrón", explica
Una infección posvacunación o posterior se refiere a las infecciones que ocurren después de la vacunación porque el virus supera la protección inmunitaria que proporcionan las vacunas. Los investigadores descubrieron que las personas cuyos anticuerpos disminuyeron más rápido, ya sea porque comenzaron bajos o porque disminuyeron rápidamente (personas con respuesta vulnerable y personas con declive rápido), tenían una probabilidad ligeramente mayor de contraer infecciones posvacunación antes.
Tras las dosis de refuerzo, el 29% de los participantes se clasificaron como respondedores duraderos, el 28% como vulnerables y el 19% como pacientes con deterioro rápido de la enfermedad. El resto de los participantes mostraron patrones intermedios. Las diferencias en las tasas de infección posvacunación entre los grupos fueron modestas: 5,2% para los pacientes con respuesta duradera y 6% para los vulnerables y con deterioro rápido de la enfermedad.
EL PAPEL CLAVE DE LOS ANTICUERPOS IGA(S)
El estudio también reveló que los participantes que experimentaron infecciones posvacunales presentaron niveles más bajos de anticuerpos IgA(S) en sangre varias semanas después de la vacunación. Estos anticuerpos protegen la nariz y la garganta y constituyen nuestra primera línea de defensa contra los virus respiratorios.
Cabe destacar que los investigadores encontraron una fuerte correlación entre los niveles de IgA(S) en sangre y los niveles nasales de IgA(S), lo que sugiere que los análisis de sangre pueden indicar con fiabilidad la intensidad de la protección inmunitaria en las vías respiratorias. Por consiguiente, medir los niveles de IgA(S) en sangre después de la vacunación puede ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de infección posvacunación, especialmente en grupos vulnerables.
Si bien estos resultados sientan las bases para futuras investigaciones, el profesor Iwami enfatizó la importancia de identificar los mecanismos biológicos subyacentes responsables de la rápida disminución de los niveles de anticuerpos para desarrollar estrategias de vacunación más efectivas. Investigaciones previas apuntan a factores como la edad, la variación genética, las características específicas de la vacuna y las influencias ambientales, como los hábitos de sueño, los niveles de estrés y la toma simultánea de medicamentos.
"Esta es la primera vez que hemos podido agrupar claramente cómo responden las personas a las vacunas contra la COVID-19", señala el profesor Iwami. "Identificar el patrón de rápido declive es especialmente importante, ya que ayuda a explicar por qué algunas personas pueden necesitar refuerzos antes que otras. Esto podría contribuir a estrategias de vacunación mejores y más personalizadas. Sin embargo, la posibilidad de que las pruebas de anticuerpos se puedan utilizar ampliamente depende del coste, la precisión y si los beneficios justifican la comparación con las estrategias actuales. Se necesita más investigación para comprender todo su potencial".