VALNCIA 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad CEU Cardenal Herrera (CEU UCH) han dirigido un ensayo clínico para comparar los efectos de tres programas de ejercicio físico en personas con esquizofrenia. Tras evaluar el ejercicio aeróbico, el de fuerza y una combinación de ambos en distintos grupos de personas con este tipo de trastorno mental diagnosticado, han concluido que tres sesiones semanales de ejercicio entre moderado y vigoroso en cualquiera de las tres modalidades mejoran por igual la sintomatología de los individuos con esquizofrenia tras 16 semanas de programa, reduciendo además el riesgo cardiovascular asociado a estos pacientes.
Según explica la profesora del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la CEU UCH y coautora del estudio Loreto Peyro, "la predisposición de las personas con esquizofrenia a las dolencias cardiovasculares y la mortalidad prematura, derivadas de un estilo de vida poco saludable junto a otros factores como los genéticos o los efectos de los fármacos antipsicóticos, revelan la importancia del ejercicio físico en estos casos". Sin embargo, añade, "apenas existen estudios científicos que identifiquen el tipo de ejercicio físico más adecuado para que sus beneficios sean efectivos en las personas con esquizofrenia".
Por ello, el objetivo de la investigación ha sido determinar, mediante un ensayo clínico, los efectos a corto y largo plazo de tres tipos distintos de programas de ejercicio físico --fuerza, aeróbico y combinado-- tanto en la sintomatología, como en la composición corporal y la calidad de vida de los pacientes con este trastorno. En el ensayo participaron 86 personas con diagnóstico de esquizofrenia de seis centros psicosociales valencianos distintos.
Los participantes fueron distribuidos aleatoriamente en tres grupos, realizando tres programas de ejercicio diferentes, en tres sesiones semanales durante 16 semanas, bajo la dirección de un instructor. Tras las 16 semanas se recomendó a todos los participantes continuar con el ejercicio pautado, para volver a evaluar los efectos 10 meses después de esta primera intervención.
Tras las 16 primeras semanas con tres sesiones de ejercicio, todos los participantes, independientemente del tipo de programa que siguieron, mejoraron la sintomatología de su esquizofrenia, sin diferencias entre los tres grupos. "Estos resultados son relevantes, debido a que solo dos estudios a nivel internacional habían evaluado antes la eficacia de los ejercicios de fuerza en pacientes con esquizofrenia. Nuestro ensayo clínico aporta evidencias sobre la eficacia de este tipo de ejercicio, que ha sido poco evaluado en estas personas", destaca la profesora Peyró en un comunicado.
La evaluación de los participantes en el ensayo clínico a los diez meses del primer estudio mostró, sin embargo, que los efectos positivos del ejercicio detectados a las 16 semanas en los tres grupos fueron disminuyendo con el tiempo, por lo que es necesario seguir con la actividad física para que esos beneficios se mantengan.
A LARGO PLAZO
"Esto demuestra la importancia de mantener el ejercicio a largo plazo para poder prolongar sus efectos beneficiosos, tanto físicos como en cuanto a calidad de vida y reducción de la sintomatología de la esquizofrenia", destaca la profesora de Enfermería de la CEU UCH Loreto Peyró.
Son autores de la investigación, publicada en Scientific Reports, los profesores del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la CEU UCH Loreto Peyró Gregori, Laura García Garcés, María Inmaculada Sánchez López y Gemma Biviá Roig; el profesor Juan Francisco Lisón, del Departamento de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH y del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn); el director del Centro de Referencia Estatal de Atención Psicosocial a Personas con Trastorno Mental Grave (CREAP) del Imserso en Valencia, Yago Cebolla, y Sergio Lacamara, miembro de este centro; y David Marqués, director técnico de atención a personas con enfermedad mental en la Fundación Santos Andrés, Santiago y Miguel.
Este estudio ha sido posible gracias a la colaboración de los centros Fundación Agustín Serrate, Fundación Rey Ardid, Fundación SASM, Fundación Els Tres Turons, CREAP y Asociación Acova. Y ha contado con financiación de la Generalitat Valenciana (AICO/2019/331) y de la Universidad CEU Cardenal Herrera (ICLINIC19/02).