MADRID, 28 Sep. (EUROPA PRESS) -
La oftalmóloga Beatriz Fernández-Vega, del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, ha advertido sobre señales visuales como la percepción de líneas rectas como onduladas, un fenómeno conocido como metamorfopsia, o la pérdida de visión central, que pueden ser síntomas iniciales de degeneración macular asociada a la edad (DMAE) ante los que ha aconsejado acudir a consulta lo antes posible.
Con motivo del Día Mundial de la Retina, que se celebra este domingo, desde el Instituto han recordado que la DMAE es la causa más frecuente de ceguera legal en mayores de 55 años. Así, aunque su causa es desconocida, el envejecimiento es el principal factor de riesgo para esta patología de la mácula.
Como ha explicado Fernández-Vega, la mácula es responsable de la visión central, la percepción de detalles y la capacidad de distinguir colores, todo esencial para actividades cotidianas como leer, conducir o reconocer rostros. Por ello, su afectación impacta de forma directa en la calidad de vida.
Sobre la DMAE, ha detallado que actualmente se clasifica en tres estadios según su gravedad, estos son, DMAE precoz, DMAE intermedia y DMAE avanzada. La última incluye la atrofia geográfica macular y la neovascularización coroidea, antes definidas como seca y húmeda.
Junto a la edad, Beatriz Fernández-Vega ha precisado que hay otros factores de riesgo para el desarrollo de DMAE, como la genética, el tabaquismo y, en menor medida, la arterioesclerosis, la obesidad, la hipertensión arterial, la dieta rica en grasas o la baja concentración en plasma de antioxidantes y zinc, entre otros.
REVISIÓN Y TRATAMIENTOS DISPONIBLES
La oftalmóloga ha instado a acudir a un especialista si se detectan alteraciones en la visión, con el objetivo de poder diagnosticar de forma precoz esta u otras patologías e iniciar el tratamiento oportuno cuanto antes. En este punto, ha recomendado someterse a revisiones periódicas, especialmente a partir de los 50 años.
Para realizar un correcto diagnóstico de la DMAE, ha detallado que se debe comenzar visitando al retinólogo, quien realizará una tomografía de coherencia óptica (OCT) y angio OCT y un examen de fondo de ojo con dilatación de la pupila, así como un examen de agudeza visual con optotipo ETDRS si es posible.
En cuanto a los tratamientos disponibles, ha señalado que, en la actualidad, la DMAE seca no dispone de cura. Pese a esto, los suplementos nutricionales basados en antioxidantes y zinc han demostrado retrasar la progresión en determinados estadios de la enfermedad.
Además, los ensayos clínicos con terapias génicas y moléculas neuroprotectoras ofrecen perspectivas prometedoras para preservar la función macular.
En lo que respecta a la DMAE húmeda, la introducción de los fármacos antiangiogénicos (anti-VEGF) ha supuesto un cambio radical. Estos medicamentos, administrados mediante inyecciones intravítreas, inhiben la formación de vasos sanguíneos anómalos y han permitido conservar e incluso mejorar la visión en muchos pacientes.
En este caso, las tendencias en investigación avanzan hacia terapias génicas y fármacos de liberación prolongada que reduzcan la frecuencia de las inyecciones, mejorando la calidad de vida de los pacientes.
FOCO EN LA PREVENCIÓN
Desde el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega han apuntado al riesgo que suponen otras patologías, como la retinopatía diabética, principal causa de ceguera en población en edad laboral; la retinosis pigmentaria, enfermedad hereditaria que causa degeneración progresiva de los fotorreceptores; o el desprendimiento de retina, una urgencia oftalmológica que requiere cirugía para intentar preservar la visión.
Por ello, han hecho hincapié en la importancia de cuidar la salud visual a través de buenos hábitos de prevención, entre los que se incluyen proteger los ojos de la radiación solar, controlar factores de riesgo como la diabetes y el tabaquismo, y mantener una alimentación equilibrada, con el fin de reducir el riesgo de complicaciones.