MADRID, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las radiaciones ultravioleta del sol producen, como en la piel, daños a corto plazo y a largo plazo en la retina. Por ese motivo, y porque a medida que se cumplen años ese daño se va acumulando, la oftalmóloga Laia Jaumandreu Urquijo recomienda el uso de medidas preventivas como viseras y gafas de sol para evitar la exposición solar.
Si para ir a la playa no hay dudas a la hora de poner crema protectora a un niño por el riesgo de quemar su piel, debería de existir la misma concienciación con los ojos, ya que no se regeneran tras el daño y, por lo tanto, la laceración es acumulativa y se convierte en un factor de riesgo para el desarrollo de diferentes patologías.
"Puede provocar daños a corto plazo como quemaduras solares de la cornea por la exposición directa, conjuntivitis alérgicas relacionadas con el sol, maculopatías; y a largo plazo se ha asociado el desarrollo temprano de cataratas o degeneración conjuntivales. Existen diferentes patologías descritas bien por causas directas o relacionadas", ha explicado a Europa Press.
Asimismo, aunque aún no existe investigaciones concluyentes, "parece que los medios de su ojo son "más transparentes y menos hechos" eso podría permitir el paso de mayor radiación ultravioleta que en un ojo adulto".
Las principales recomendaciones son evitar la exposición directa y las horas con más exposición de radiación, como es básicamente las horas que comprenden el mediodía. "Se ha visto que los niños están tres veces más expuesto al sol principalmente por sus hábitos diarios", ha señalado esta experta.
Por tanto, lo principal es llevar a cabo medidas de prevención: evitar la exposición solar y mirar directamente al sol, el uso de gorros, viseras y gafas de sol. Sobre todo, Jaumandreu recomienda el uso de unas gafas de sol desde los seis meses.
"En niños menores de 6 meses no tiene sentido poner una gafa de sol, en ellos puede ser suficiente con la propia protección del carro y una visera como medidas de barrera, pero cuando empiezan a moverse es conveniente", ha explica.
El principal aspecto de seguridad exigible a unas gafas de sol es que sus lentes protejan de los rayos ultravioleta, lo contrario podría perjudicar gravemente sus ojos. Según explica, las lentes oscuras favorece que las pupilas se dilaten, pero si las lentes no filtran los rayos UV en un porcentaje adecuado, entrarán más rayos y los exponemos a posibles daños oculares.
Por eso, describe dos requisitos fundamentales que son: que cumplan estrictamente con la reglamentación de la Comisión Europea y un Filtro UV 400, que protege cerca del 98 por ciento de las radiaciones de rayos UV. Para ello lo mejor es acudir a un sitio especializado y, sobre todo, evitar las gafas de sol de juguete.
"Una forma buena para saber cuándo ponérselas al niño es hacerlo al mismo tiempo que cuando se pone la crema de sol", explica, para ello hay que tratar de que el niño se sienta a gusto con las gafas y, sobre todo, "dar ejemplo al niño usando los padres gafas de sol".
A la hora de comprarlas debe pensarse en el niño, la experta recomienda que cubran bien todo el ojo y que deje pasar el mínimo de luz alrededor de los cristales; que la lente no dificulte la visión, "no debe ser un cristal muy oscuro"; y el material debe ser "flexible, resistente y que pese poco". Además, la experta recomienda gafas de sol infantiles de Polaroid, ya que las lentes poralizadas dan una protección "extra" porque bloquean reflejos de superficies horizontales, evitando fatiga visual.
La experta recuerda que a los niños no les resulta fácil ponérselas, por eso aconseja que, "dentro de unas gafas de calidad", sea el niño el que elija las que más le guste, porque "cuando las eligen ellos les gustan más". Mientras, rechaza acudir a tiendas que vendan gafas que no son homologadas, aunque su imagen infantil pueda ser más atractiva para el pequeño, ya que "pueden hacerles todo tipo de daños", ya que la mayor parte de estas gafas no llevan filtros.