Archivo - NIña con muchos regalos de Navidad. - IRYNA SEMENIUK/ISTOCK - Archivo
MADRID, 24 Dic. (EDIZIONES) -
La Navidad dispara la impulsividad infantil: luces, regalos, anuncios, y rutinas alteradas hacen que muchos niños vivan estas semanas con deseo constante, pero también con frustración y con emociones difíciles de manejar. Una psicóloga infantil explica por qué ocurre, cómo acompañar sus enfados sin ceder, cómo introducir límites sanos, y qué pueden hacer las familias para que estas fiestas no se conviertan en una montaña rusa emocional para nuestros menores.
¿Por qué en Navidad aumenta el ‘quiero esto, quiero lo otro’ entre los niños y se intensifica la impulsividad en los menores? Entrevistamos en Europa Press Salud Infosalus a Mónica Fraca Villar, psicóloga sanitaria especializada en pareja y familia, y cofundadora de la disciplina Psicoterapia Emocional Sistémica, quien nos explica que la Navidad es una época del año altamente estimulante: “Luces, mensajes publicitarios, actividades especiales, regalos, y expectativas. Esto activa en el niño un estado de sobrecarga emocional, donde la necesidad de gratificación inmediata se amplifica”.
Además, la también miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid sostiene que los menores reciben por varias vías el impacto de una cultura de consumo que les lanza el mensaje de que ‘mereces más’, o ‘cuanto más mejor’; al tiempo que se trata de un momento del año en el que la rutina se altera, favoreciendo que se reduzca su capacidad autorreguladora.
Pero también considera que se trata de un momento en el que los adultos también suelen estar más cansados o tensos, creando un clima emocional que los niños absorben; sin olvidar que se trata un momento idóneo, en muchas ocasiones, donde aprovechamos para premiar su rendimiento académico con regalos, o su comportamiento con premios.
EL PAPEL DE LOS PADRES ES CLAVE
“En ese contexto, el deseo se vuelve más urgente y la impulsividad crece como forma de gestionar todas esas emociones difíciles de nombrar. El cerebro de los niños es inmaduro y no saben regular hasta cuándo; para ellos ‘más, es mejor’; entonces, debemos ser los adultos quienes regulemos lo que se debe y lo que no se debe dar”, advierte.
Es por esto por lo que le pedimos a Fraca que nos aporte una serie de estrategias con las que ayudar a los más pequeños de la casa a la hora de regular la frustración cuando no pueden tener todos los regalos que desean, incidiendo en que las familias pueden acompañar siempre desde la validación (‘entiendo que te gustaría tener más regalos; a veces desear cosas y no poder tenerlas es difícil’) ya que calma el sistema nervioso y evita escaladas.
Otro de sus consejos es adelantar límites claros y estables ya que estos evitan el choque. “En Navidad elegimos juntos dos o tres cosas importantes. El resto lo guardamos para otras ocasiones”. Poner un límite de regalos suele ser una buena estrategia”, precisa esta psicóloga.
Pero también habla de dar un marco simbólico, recordando por ejemplo que “los regalos representan cariño, pero no lo miden”; de manera que el niño será capaz así de concederle un sentido más profundo y menos material.
Los tiempos de espera suelen ser igualmente útiles en este sentido, ya que defiende esta psicóloga sanitaria que pueden anotar deseos en una lista para ‘más adelante’, lo que les enseña tolerancia a la frustración sin negar el deseo. “Que repartan los regalos y deseos para otras ocasiones: cumpleaños, verano, por ejemplo. Es una estrategia para que aprendan a gestionar los tiempos”, defiende esta experta.
SE DEBEN INTRODUCIR LÍMITES
Asimismo, otro tema que suele costar mucho a los padres es el establecimiento de los límites en la crianza, algo necesario a juicio de Mónica Fraca, haciendo hincapié en que “el límite es sano y no castiga, ni moraliza”. Eso sí, precisa que los límites deben establecerse desde la calma, no ser reactivos a un acto. “Si el adulto se siente culpable o sobrepasado transmite un mensaje ambiguo. El niño necesita un adulto que muestre: ‘Puedo sostener tu emoción y también este límite’”, agrega.
A su vez, a la hora de fijar un límite con nuestros hijos, esta psicóloga especializada en familia mantiene que siempre se debe explicar el porqué desde un lenguaje emocional, “pedir muchos regalos no es lo que necesitas, tienes el amor de tus padres y el año es largo para poder tener más regalos"; al tiempo que hace hincapié en la necesidad siempre de mantener el vínculo con nuestros menores, ya que estos no deben llevar implícita una retirada afectiva. “El adulto se queda cerca, disponible, y cálido”, apostilla.
Si los menores se frustran estos días, ve clave igualmente no ceder, lo que “no significa desconectarse, sino acompañar sin cambiar la norma”, subrayando que el sostener la emoción y el límite al mismo tiempo que la "doble presencia”, aconsejando mantener un tono suave y mirar a los ojos a los menores para su mejor regulación; ofreciendo contención al mismo tiempo, ‘estoy contigo mientras te calmas’, a la par que validando sus emociones -no así su comportamiento- y reafirmando el límite.
“Los niños aprenden regulación emocional por imitación de sus padres, de manera que, si por ejemplo, el adulto se compra cosas compulsivamente ‘porque es Navidad, el mensaje implícito será que “el bienestar viene de tener más”; si además los adultos viven la Navidad como una carrera, los niños internalizan que ‘para que todo salga bien hay que estar tensos’; pero también entran en juego los límites, de manera que si los adultos se ponen límites a sí mismos —gasto, actividades, compromisos— muestran que el autocuidado también implica decir que no. “Los niños no necesitan adultos perfectos: necesitan adultos coherentes”, añade Fraca.
CAMBIAR EL GUION DE LAS NAVIDADES
Finalmente, esta psicóloga aconseja revisar el propio guion emocional de la Navidad, ya que muchas veces regalamos más por culpa, por un deseo de compensar ausencias, o por nostalgia; cuidar la sobreestimulación, ya que demasiadas actividades, ruido, o expectativas dejan al niño sin recursos internos para gestionar la frustración.
“Construir rituales familiares no materiales será lo que más recuerden los niños. Como cocinar juntos, poner la mesa, elegir una canción, o el hecho de preparar un detalle para alguien”, concluye.