Pautas para que los niños vivan una mejor Navidad: ¿Qué riesgos corremos ante la abundancia de juguetes y consumismo?

Regalos de Navidad: ¿qué cantidad deberían recibir los niños?
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Actualizado: lunes, 10 agosto 2020 10:15

   MADRID, 28 Dic. (EDIZIONES) -

   Los adultos, con el paso del tiempo, habitualmente van perdiendo el espíritu navideño. Pero es necesario que, para que los menores puedan valorarlo y no pierdan esa magia, los padres se lo inculquen, no sólo con las palabras, sino también con los gestos.

   Cada año se adelanta la Navidad, se compran antes los regalos, se decoran las casas y los comercios, todo muy influido por las grandes superficies y el consumismo. "Todo lo que son los valores y el espíritu de la Navidad se está perdiendo. Pero se trata de un problema de conciencia social que lamentablemente repercute en los niños. La responsabilidad es de los padres sobre lo que les transmitimos a nuestros hijos. Siempre pesa más lo no verbal que lo que les transmitimos de palabra", explica en una entrevista con Infosalus la directora y fundadora del gabinete Psicólogos Pozuelo (Pozuelo de Alarcón, Madrid).

   A su juicio, es importante que los niños entiendan que la Navidad es un momento de encuentro, de buenos sentimientos, de solidaridad, un tiempo para estar en familia y con los seres queridos. "Estos valores hay que inculcarlos a los niños. Que vean que son más importantes que lo material. ¿Qué niño no tiene más de un catálogo de juguetes de alguna superficie comercial? ¿Cuántos pueden recibir los niños en una Navidad? Muchísimos y al final no los aprecian", subraya Bermejo.

   La también coordinadora de la sección de Psicología clínica y de la salud del Colegio oficial de Psicólogos de España aboga por poner un filtro a la hora de comprar los regalos. "Varias semanas antes aviso a las familias en las terapias del coste de los regalos. Éste debe ser proporcional a la edad del niño y con 8 años no tiene sentido que se le compre el iPhone 6, que es probable que se le rompa a los 10 días. En este caso el responsable es el padre porque es algo que está por encima de lo que el niño puede cuidar o sostener, teniendo en cuenta su grado de madurez", indica.

   Por ello, la psicóloga alerta de que si no se trabajan los valores de la Navidad con los niños, y se desvirtúa la esencia de esta etapa del año con los más pequeños, no se les transmite lo importante que es y las cosas buenas que se pueden vivir en estos días, y se puede caer en el riesgo de limitarse al valor de lo material, en el valor de las compras frenéticas, de las cenas de navidad y del consumismo.

   "Año en año se ve en consulta. Es un motivo más para estar más estresados. Los niños están estresados porque los adultos estamos más estresados y los niños tienen otro ritmo más calmado y nosotros no sabemos acompañarles en sus necesidades básicas muchas veces", alarma la especialista en terapia infanto-juvenil.

   Así, insiste en que debemos transmitirles que la Navidad representa un momento de encuentro para colaborar y compartir, desde poner la decoración en casa, hasta explicarles, si las hay, las creencias de qué es la Navidad.

   Por ejemplo, Bermejo menciona el caso del calendario de Adviento, una herramienta que puede servir para trabajar la espera en esta era de la inmediatez en los más pequeños. "Hay que explicarles que cada ventana, de la que cae una chocolatina, es un día menos para la llegada de la Navidad. Hay que enseñarles que deben ser pacientes, deben hacer las cosas con cuidado", apunta.

   A su vez, celebra que la Navidad es una buena época para mostrar a los más pequeños de la casa la importancia de hacer cosas en familia. "Colaborar con la familia es muy saludable para los niños. También lo que implican estas vacaciones, unos días para pasar más tiempo juntos, renovar las esperanzas, las ilusiones. Es importante poder recuperar y transmitir todos estos valores emocionales de fondo a la Navidad", añade la directora de Psicólogos Pozuelo.

EL MEJOR MOMENTO PARA CONTAR A LOS NIÑOS QUIÉNES SON LOS REYES

   Finalmente, la miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de España responde a una de las preguntas que más suelen formularles los padres, cuándo es el mejor momento para hablar a los niños de la realidad de los Reyes Magos o Papá Noel. Según aclara, los menores viven desde los 3 hasta los 6-7-10 años una etapa evolutiva que se conoce como la del 'pensamiento mágico', que es importante que se fomente, porque es en la que el niño desarrolla herramientas de creatividad que le servirán para su futuro.

    "El poder crear, desarrollar su fantasía, les dará herramientas y estrategias que les ayudarán en etapas posteriores para obtener respuestas ante distintas situaciones, conseguir distintas soluciones, por ejemplo", añade.

   Se habla en torno a los 9-10 años cuando desaparece ese pensamiento mágico, por lo que la psicóloga reconoce que se trataría del momento idóneo para decírselo. Eso sí, siempre pide respetar la etapa evolutiva y la madurez de cada niño, ya que cada uno lleva su ritmo. "Un niño muy desarrollado intelectualmente puede ser que lo emocional le cueste más. Es importante que los adultos no nos preocupemos en exceso, ya que al final los niños cubren todas las etapas", precisa Bermejo.

   Por otro lado, señala que el poder tener regalos dentro de la Navidad no se le puede privar a un niño. Llama la atención sobre la entrega de carbón en lugar de los regalos. "Es privarles de una ilusión que de alguna manera es necesaria para desarrollar su autoestima e identidad. Este momento no debe ser usado como una amenaza, y con el carbón en lugar de regalos al final le privas de celebrar algo importante para ellos, un año más en familia", agrega la directora y fundadora del gabinete Psicólogos Pozuelo (Pozuelo de Alarcón, Madrid).

   Sobre el hecho de que a los menores se les hagan múltiples regalos, uno por cada tío o familia, y en consecuencia los menores se ven desbordados y acaban por no hacerles caso, no pueden con tantos estímulos, la psicóloga aconseja dosificar los regalos, esconder algunos, e ir repartiéndolos a lo largo del año, aunque todo siempre depende del ritmo y de la edad del más pequeño.