MADRID, 4 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigación dirigido por los investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) han descubierto por qué la anemia, causada por la falta de glóbulos rojos sanos, suele aparecer cuando el cáncer metastatiza en los huesos.
En concreto, los investigadores Yibin Kang y Yujiao Han, han descubierto exactamente cómo ocurre esto en el cáncer de mama metastásico, y que implica un tipo de secuestro celular. La investigación, publicada en 'Cell', busca ayudar a ralentizar la metástasis ósea, una de las formas más letales de cáncer.
En su trabajo, Kang y Han revelan que las células cancerosas controlan eficazmente una célula especializada que normalmente recicla el hierro en el hueso, conocida como macrófago de isla de eritroblastos (EBI). Esto priva a los glóbulos rojos del hierro necesario y facilita que el tumor continúe creciendo en el hueso.
Comprender el cáncer metastásico, o cáncer que crece y se propaga a otras partes del cuerpo más allá del sitio del tumor original, es crucial. Es uno de los tipos de cáncer más mortales y no tiene cura. De los pacientes que fallecen por cáncer de mama y próstata, el 70% presenta metástasis ósea.
"La esperanza es retardar o tratar la metástasis ósea y, al mismo tiempo, aliviar las complicaciones de la anemia", relata Han, autor principal del estudio e investigador asociado en el Departamento de Biología Molecular de Princeton.
Kang explica que el descubrimiento representa una nueva dirección de investigación para su laboratorio, una que desvía la atención de las "semillas" del cáncer al "suelo" en el que crece dentro de un órgano metastásico. No obstante, hasta hace poco, el sustrato de la médula ósea permanecía en gran parte inexplorado. "Ha sido un gran agujero negro", reflexiona Kang. "No teníamos una comprensión completa de la composición del sustrato".
Esto ha empezado a cambiar con la llegada de tecnologías avanzadas de marcaje celular y secuenciación unicelular, que permitieron al equipo de Kang mapear la médula ósea con un detalle sin precedentes. Kang, Han y sus colaboradores lograron identificar y visualizar grupos de macrófagos especializados que se congregaban alrededor del tumor: células que deberían haber contribuido a la producción de glóbulos rojos, pero que, en cambio, fueron desviadas para servir al cáncer.
En condiciones saludables, estos macrófagos actúan como "células nodrizas", suministrando hierro a los glóbulos rojos en desarrollo para que maduren y transporten oxígeno. Pero en presencia de metástasis óseas, el tumor atrae a estos macrófagos mediante moléculas de señalización y luego desvía el hierro de los glóbulos rojos. Además, la alteración va más allá de la simple pérdida de hierro. Kang y Han descubrieron que los macrófagos explotados por el tumor tampoco contribuyen a la etapa final de la maduración de los glóbulos rojos (la expulsión de sus núcleos), lo que retrasa aún más su desarrollo y agrava la anemia. Esto priva a la médula ósea del hierro necesario para la producción saludable de glóbulos rojos y los bloquea en su estado inmaduro, provocando anemia en los pacientes.
Al mismo tiempo, las células cancerosas aprovechan el hierro robado. Se adaptan imitando a los glóbulos rojos. Bajo la guía de un factor de transcripción de glóbulos rojos llamado GATA1, las células tumorales comienzan a producir hemoglobina, la misma proteína transportadora de oxígeno que llena los glóbulos rojos. Este "mimetismo glóbulo rojo" permite que el tumor prospere en el entorno pobre en oxígeno del hueso, protegiendo a las células cancerosas del estrés y ayudándolas a sobrevivir. En resumen, el tumor crea un círculo vicioso: se apropia del sistema de reciclaje de hierro del hueso para alimentarse, a la vez que sabotea la capacidad del cuerpo para producir nuevos glóbulos rojos.
Aunque el estudio actual se centró en el cáncer de mama metastásico, los hallazgos se han extendido a otros tipos importantes de cáncer y tienen amplias implicaciones. Al revelar cómo los tumores manipulan su entorno, el trabajo abre nuevas vías para terapias diseñadas no solo para ralentizar o detener la metástasis ósea, sino también para aliviar la anemia debilitante que tan a menudo la acompaña.