MADRID 10 (EUROPA PRESS)
Mediante el uso de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés), investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California (UC), San Diego, en Estados Unidos, dicen que puede ser posible predecir los resultados futuros del desarrollo del lenguaje en niños con trastorno del espectro autista (TEA), incluso antes de que hayan sido diagnosticados formalmente con la enfermedad.
Un reto importante del diagnóstico y tratamiento del TEA es que este trastorno neurológico, que afecta a uno de cada 68 niños en Estados Unidos, en su mayoría niños, es considerablemente heterogéneo. Los primeros síntomas difieren entre cada niño autista, al igual que la progresión de la enfermedad, por lo que no existe ningún fenotipo clínico uniforme, en parte debido a que las causas subyacentes de diferentes subtipos de autismo son diversas y no se entiende bien.
AUTISMO Y DESARROLLO DEL LENGUAJE
"No hay mejor ejemplo que el desarrollo temprano del lenguaje --apunta el autor principal, Eric Courchesne, profesor de Neurociencias y codirector del Centro de Excelencia sobre el Autismo en la UC--. Algunas personas son mínimamente verbales durante toda la vida. Muestran altos niveles de gravedad de los síntomas y pueden tener pobres resultados clínicos. Otros tienen retraso en el desarrollo temprano del lenguaje, pero luego adquieren progresivamente conocimientos de idiomas y tienen resultados clínicos relativamente más positivos".
En otras palabras, según Courchesne, en algunos niños con TEA el lenguaje mejora sustancialmente con la edad; pero en otros puede progresar demasiado lentamente o incluso disminuir. Las bases del desarrollo neurológico de esta variabilidad son desconocidas. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que los diagnósticos tempranos y precisos de TEA pueden mejorar los beneficios del tratamiento en muchos niños afectados.
"Es importante desarrollar más y nuevas formas biológicas de identificar y estratificar la población TEA en subtipos clínicos para que podamos crear mejores tratamientos más individualizados", afirma la coautora Karen Pierce, profesora asociada de Neurociencias y codirectora del Centro de Autismo de Excelencia.
En un artículo sobre la investigación que se publica en la edición digital de este jueves de 'Neuron', Courchesne, Pierce, el primer autor Michael V. Lombardo, investigador de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y profesor asistente en la Universidad de Chipre y sus colegas describen el primer esfuerzo por crear un proceso capaz de detectar diferentes subtipos cerebrales dentro de TEA y poder explicar la variación en las trayectorias de desarrollo del lenguaje y los resultados.
"Queríamos ver si los patrones de la actividad cerebral en respuesta a la lengua pueden explicar y predecir cómo se desarrollarían las habilidades del lenguaje en un niño con TEA antes de que el niño comience a hablar", relata Courchesne.
Los investigadores combinaron mediciones prospectivas de fMRI de la respuesta de los sistemas neuronales al habla de los niños en las primeras edades en las que el riesgo de TEA puede detectarse clínicamente en una población pediátrica general (aproximadamente a las edades de 1-2 años) con evaluaciones diagnósticas y clínicas longitudinales integrales de habilidades lingüísticas a los 3-4 años de edad.
Encontraron que el prediagnóstico de fMRI de la respuesta al habla en los niños pequeños con TEA con relativamente buenos resultados de lenguaje era muy similar a los grupos de comparación sin TEA con respuestas sólidas a la lengua en la corteza temporal superior, una región del cerebro responsable del procesamiento de los sonidos para que puedan ser entendidos como un idioma.
En contraste, los niños con TEA con resultados lingüísticos pobres presentaban cortezas temporales superiores que mostraron una inactividad anormal o disminunción al habla. En suma, el estudio encontró completamente diferentes sustratos neurales en la detección clínica inicial que precede y subyace en el resultado posterior de un buen o mal lenguaje en el autismo.
Estos resultados, según los investigadores, abrirán nuevas vías de progreso para identificar las causas y el mejor tratamiento para estos dos tipos muy diferentes de autismo. "Por primera vez, nuestro estudio muestra una fuerte relación entre las irregularidades en la activación del habla en la corteza temporal superior crítica en el lenguaje y la capacidad real de hablar en el mundo real en los niños pequeños con TEA", dice Lombardo.
Los científicos señalan que las imágenes de resonancia magnética funcional también mostraron que el cerebro de los niños pequeños con TEA con un desarrollo del lenguaje pobre procesan el habla de manera diferente, incluyendo cómo las regiones neurales rigen la emoción, la memoria y las habilidades motoras.
"Nuestro trabajo representa uno de los primeros intentos de emplear fMRI para definir un biomarcador neurofuncional de un subtipo en niños muy pequeños con TEA", resalta Pierce. "Estos subtipos nos ayudan a entender las diferencias entre las personas con TEA. Y, más importante aún, nos pueden ayudar a determinar cómo y por qué los tratamientos son eficaces para algunos, pero no todos, en el espectro del autismo", concluye.