Cristina Capella, dietista-nutricionista, nos habla de la inflamación... desde cómo afecta el cortisol hasta el almidón

Archivo - Cristina Capella Llacer, dietista-nutricionista especializada en alimentación, salud, y bienestar. Acaba de publicar 'Vivir sin inflamación' (Editorial Entremares), un manual en el que desgrana esta relación en varios apartados. - EDITORIAL ENTREMARES - ARCHIVO

   MADRID, 14 May. (EDIZIONES) -

   Siempre nos han hablado de la importancia que tiene la alimentación para evitar la inflamación, así como el deporte, el evitar el sedentarismo, o el dormir bien. No obstante, la relación que puede tener nuestro bienestar o salud emocional en el desarrollo de la inflamación crónica de bajo grado, o la 'inflamación silenciosa', como también la llaman, y de la que ahora se habla tanto no es tan conocida.

   Es por eso por lo que charlamos en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus con de Cristina Capella Llacer, que es dietista-nutricionista especializada en alimentación, salud, y bienestar, y que precisamente acaba de publicar 'Vivir sin inflamación' (VR Europa/Entremares), un manual en el que desgrana esta relación en varios apartados.

   En primer lugar, le pedimos que nos explique qué es la inflamación y cómo podemos saber si realmente nosotros estamos inflamados: "Se trata de una respuesta normal del cuerpo. Si te haces una herida o una infección, y ves que se inflama o enrojece, está caliente, se trata de una inflamación aguda que hay que pasar. Pero cuando esta inflamación se mantiene a lo largo del tiempo aparece la inflamación crónica de bajo grado, sin efectos tan visibles como la inflamación aguda".

PRINCIPALES SEÑALES DE QUE ESTAMOS INFLAMADOS

   Entre esas señales que podrían hacernos sospechar de que estamos inflamados se encontrarían, tal y como detalla esta experta: los dolores articulares, la neblina mental, los dolores de cabeza, la fatiga constante, las malas digestiones con síntomas asociados como diarrea o estreñimiento, y la ganancia de peso o no pérdida de peso sin causa aparente.

   "Muchas personas padecen inflamación crónica de bajo grado en nuestra sociedad, y sin saberlo, y sin notarlo, porque solemos normalizar estos síntomas. Pero es que este proceso de inflamación crónica puede estar detrás de muchas enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, de resistencia a la insulina, o incluso de algunos tipos de cáncer. Hay que darle el cuidado que requiere. Es como la alarma que se conecta cuando hay un incendio. Hay una alarma, que es la inflamación, y que activa el sistema inmunológico, los bomberos. Estos van a apagar el fuego, pero si la alarma nunca deja de sonar, los bomberos acaban cansados y no saben dónde ir, y ese incendio no cesa", explica Capella Llacer.

   En este contexto, esta dietista-nutricionista mantiene que los síntomas de la inflamación "son muy frecuentes en nuestra sociedad actual", y actualmente se asocian con frecuencia con el estrés crónico, que es el "mal de este siglo", así como con la falta de sueño, con la falta de movimiento, con el sedentarismo, o con comer mal.

   Reconoce que para saber si estamos o no inflamados lo primero que hay que preguntarse es cuáles son nuestros hábitos de vida y si estos son o no antiinflamatorios (deporte, dormir horas necesarias, comer bien, cuidar de nuestra salud mental, no estrés); después, si tenemos o no una enfermedad de base que pueda favorecer esa inflamación crónica; o bien a través de las analíticas de sangre, ya que hay existen algunos marcadores que así pueden determinarla.

   De qué manera afecta a nuestra salud: la inflamación crónica puede ser también un interruptor de enfermedades a futuro cardiovasculares, autoinmunes, algunos tipos de cáncer incluso, resistencia a la insulina.

EL PROBLEMA DEL ESTRÉS CRÓNICO

   Habla además en el libro de que el triángulo de la inflamación está compuesto por la microbiota, la obesidad, y la mente, ¿hasta qué punto nuestra salud mental es determinante en la inflamación que tengamos?

   Cuenta Cristina Capella en este punto que "el estrés crónico genera cortisol que, si se cronifica, genera inflamación; es el círculo vicioso porque si estamos estresados comemos peor, o dormirnos peor, y a nivel de salud mental, la depresión o ansiedad también están muy relacionadas con los procesos inflamatorios".

   Precisamente, señala en el libro que el estrés prolongado libera una cascada de hormonas, entre ellas el cortisol como hemos contado que, "en niveles elevados y contenidos en el tiempo", pueden promover un estado inflamatorio en el cerebro, que puede alterar la función neuronal y predisponer a muchas personas a trastornos como la depresión y la ansiedad, al mismo tiempo que puede conducir a la muerte neuronal.

   Dice, asimismo, esta nutricionista que en el intestino se produce gran parte de la serotonina, que es la hormona de la felicidad, de forma que si hay una disbiosis en la microbiota también puede afectar a nuestras emociones.

   Pero también menciona el eje intestino-cerebro, recordando algo que, seguro, a todos nos ha pasado, de manera que si has tenido muchos nervios por algo en concreto hay personas que no paran de ir al baño y no dejan de tener diarrea, por ejemplo. "La salud emocional reconecta con todo nuestro organismo y si nuestro intestino está mal, y nuestra salud emocional también, tenemos muchos boletos de que aparezca la inflamación crónica de bajo grado", advierte.

   Más concretamente, sobre la muerte neuronal fruto de la inflamación crónica indica Capella Llacer que es fundamental la estrategia nutricional que se mantenga para prevenir y mejorar la neuroinflamación destacando la importancia de consumir: pescado azul, frutos secos o semillas (ricos en omega3, potente antioxidante y antiinflamatorio), antioxidantes (frutas y verduras de colores diferente), proteínas magras (pollo, legumbres, huevo, pavo) que además nos dan triptófano precursor de serotonina, probióticos (yogur, kéfir, miso, kombucha, el tempeh), el aceite de oliva, alimentos ricos en fibra (legumbres, fruta y verdura) que son alimento de nuestra microbiota y favoreciendo su equilibrio; y en definitiva, una alimentación rica en verduras, en alimentos frescos, y sin etiqueta.

   Destaca aquí el 'poder' del almidón resistente, que surge después de cocer patata o arroz, que estos se enfríen, y de volver a calentarlos después porque "es muy bueno para las bacterias intestinales".

   Pero es que también en el libro relaciona la salud emocional como uno de los 5 pilares fundamentales del estilo de vida antiinflamatorio. "Al final, nos fijamos mucho en qué es lo que comemos, o en cómo nos movemos, y en cómo dormimos, pilares antiinflamatorios, pero no en el cómo nos hablamos o sentimos, o nos relacionamos con el resto, cuando esto también es muy importante", remarca Cristina Capella.