MADRID, 19 May. (EUROPA PRESS) -
Los estilos de vida modernos han hecho a los seres humanos más pesados, pero, de una manera particular, con un peso notablemente más ligero que los antepasados cazadores-recolectores: los huesos. Un nuevo estudio de los huesos de cientos de seres humanos que vivieron durante los últimos 33.000 años en Europa encontró que el aumento de la agricultura y la caída correspondiente de la movilidad provocó el cambio, en lugar de la urbanización, la nutrición y otros factores.
El descubrimiento, que se detalla en un artículo que se publica este lunes en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', arroja luz, según los investigadores, sobre un cambio monumental que ha dejado a los humanos modernos susceptibles a la osteoporosis, una condición caracterizada por huesos frágiles y delgados. En la raíz del hallazgo, según los autores, está el conocimiento de que poner a los huesos bajo el "estrés" de caminar, levantarse y correr los llevó a un recubriento con más calcio y un crecimiento más fuerte.
EL EJERCICIO DE LEVANTAR PESO EN LOS HUMANOS MODERNOS PREVIENE LA PÉRDIDA OSEA
"Había una gran cantidad de evidencia de que los humanos anteriores tenían huesos más fuertes y que el ejercicio de levantar peso en los humanos modernos previene la pérdida ósea, pero no se sabía si el cambio hacia huesos más débiles durante los últimos 30.000 años aproximadamente fue impulsado por el aumento en la agricultura, la dieta, la urbanización, la domesticación del caballo u otros cambios de estilo de vida", relata Christopher Ruff, profesor de Anatomía Funcional y Evolución en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos.
ESTILO DE VIDA SEDENTARIO
"Mediante el análisis de muchas muestras de huesos de brazos y piernas de todo ese lapso de tiempo, se encontró que los huesos de los humanos europeos crecieron más débiles gradualmente a medida que desarrollaron y adoptaron la agricultura y establecieron un estilo de vida más sedentario y que mudarse a las ciudades y otros factores han tenido poco impacto", resume este experto.
El estudio fue un esfuerzo de colaboración de investigadores de toda Europa y Estados Unidos que comenzó en 2008. El grupo se centró en Europa, ya que tiene muchos sitios arqueológicos bien estudiados, explica Ruff, y porque la población tiene relativamente poca variación genética, a pesar de algunos movimientos de población, lo que significa que los cambios observados pueden atribuirse más al estilo de vida que a la genética.
MOLDES DE HUESOS DE MUSEOS
Para el estudio, los científicos tomaron moldes de huesos procedentes de colecciones de museos y usaron una máquina de rayos X portátil para escanearlos, centrándose en dos grandes huesos de las piernas y uno de los brazos. "Al comparar las extremidades inferiores con los miembros superiores, que resultan poco afectados por la cantidad que una persona anda o corre, podríamos determinar si los cambios que vimos se debían a la movilidad u otra cosa, como la nutrición", describe Ruff.
HALLARON UNA DISMINUCIÓN DE LA RESISTENCIA OSEA
Cuando analizaron la geometría de los huesos a lo largo del tiempo, hallaron una disminución de la resistencia ósea de la pierna entre la era del Mesolítico, que comenzó hace unos 10.000 años, y la edad del Imperio Romano, que comenzó hace unos 2.500 años. Sin embargo, la fortaleza de los huesos del brazo se mantuvo bastante estable. "El descenso continuó durante miles de años, lo que sugiere que las personas vivieron una muy larga transición desde el inicio de la agricultura a un estilo de vida completamente sedentario --dice Ruff--. Pero por la época medieval, los huesos tenían aproximadamente la misma fortaleza que hoy".
Ruff señala que aún se pueden conseguir huesos de estilo paleolítico, por lo menos en el caso de los humanos más jóvenes, si se recrea en cierta medida el estilo de vida de sus antepasados, en particular andando mucho más. Este experto cita estudios de atletas profesionales que han demostrado cómo el estilo de vida está escrito en los huesos. "La diferencia en la resistencia ósea entre los brazos de un jugador profesional de tenis es aproximadamente la misma que la que existe entre nosotros y los seres humanos del Paleolítico", concluye.