MADRID, 14 Ago. (Infosalus/EP) -
La osteoporosis es una enfermedad generalizada del esqueleto caracterizada por una disminución de la resistencia ósea lo que genera una fragilización del hueso y lo predispone a un aumento del riesgo de fracturas. Las fracturas osteoporóticas más típicas son las de fémur, vértebras, húmero y la de radio en el antebrazo aunque ninguna otra localización queda exenta.
Según explica a Infosalus el doctor Jaume Serra, autor de 'Fortalece tus huesos y articulaciones' (RBA, 2014) y máster en Nutrición Humana por la Universidad de Barcelona, "se trata de una enfermedad silenciosa e indolora y son las posibles fracturas las que ocasionan la sintomatología clínica. La baja masa ósea y la alteración estructural la diferencian de otras enfermedades esqueléticas".
Serra apunta que se consideran dos tipos básicos de osteoporosis, la asociada a la disminución de estrógenos que aparece en las mujeres a partir de la menopausia y supone una pérdida acelerada de la masa ósea, y aquella secundaria al proceso de envejecimiento que aparece en edades más avanzadas con una pérdida ósea más lenta y que afecta tanto a hombres como mujeres.
La masa ósea se genera durante la juventud y llega a su pico máximo entre los 20 a 30 años. Esto implica que este período de la vida es decisivo para la salud ósea de toda la vida. "Cuanto mayor sea la calidad del hueso generada menor riesgo de fragilidad en las etapas posteriores. La osteoporosis se puede considerar una enfermedad de determinismo pediátrico pero de manifestaciones clínicas geriátricas. La verdadera prevención se ejerce pues, durante la infancia y la juventud", apunta.
Serra explica también que la osteoporosis no es sólo una enfermedad de adultos y mayores ya que puede aparecer en jóvenes, como ocurre en los casos de anorexia nerviosa, donde la restricción alimentaria genera daños significativos en la estructura ósea.
En los varones, a diferencia de las mujeres postmenopáusicas, los cambios hormonales como el descenso de testosterona, siguen un curso más lento y la velocidad de desmineralización es menor aunque la coincidencia con determinados factores de riesgo puede acelerar el proceso.
NO SÓLO CALCIO Y VITAMINA D
La relación de nutrientes con una incidencia importante en la osteoporosis no se ciñen exclusivamente al calcio y a la vitamina D. "No obstante, un factor decisivo es que la dieta cotidiana cubra los requerimientos energéticos y nutricionales necesarios. Una alimentación baja en kilocalorías genera un entorno metabólico de riesgo para la salud ósea", explica Serra. En cuanto a la salud ósea, los nutrientes implicados son el calcio, vitamina D, fósforo, flúor, magnesio, zinc, cobre, proteínas, vitaminas A, C y K.
Para entender el papel de estos nutrientes en la osteoporosis, Serra apunta que hay que conocer al menos brevemente algunos aspectos en relación con la composición ósea:
* El hueso se compone de una matriz orgánica constituida básicamente por colágeno y por una matriz inorgánica en la que se concentran el calcio y el fósforo en forma de cristales de hidroxiapatita.
* El tejido óseo es un tejido vivo que se renueva constantemente con un equilibrio entre formación, por parte de células formadoras de hueso denominadas osteoblastos, y reabsorción, que realizan células denominadas osteoclastos, que da lugar de forma coordinada a un proceso de remodelación constante. Cuando éste equilibrio se rompe es cuando se inicia el proceso que puede desembocar en una osteoporosis.
* Las proteínas son muy importantes ya que además de su función estructural en la composición de la matriz colágena, intervienen en procesos que regulan la aposición de los minerales en dicha matriz. No obstante, las ingestas excesivas de proteínas cuando coinciden con una baja ingesta de calcio y una situación deficitaria de vitamina D, implican un riesgo de disminución de la masa ósea.
DÉFICITS DE NUTRIENTES QUE MÁS AFECTAN AL HUESO
El calcio y la vitamina D son nutrientes esenciales durante toda la vida para la salud ósea, tanto para las etapas de formación como las de mantenimiento. No obstante, son numerosos los nutrientes y componentes alimentarios que inciden sobre la estructura esquelética.
Las numerosas menciones al calcio se deben a que es el mineral más abundante del esqueleto. En ésta estructura se encuentra el 99% del calcio corporal. Pero hay que tener en cuenta que contiene además el 80% del total del fósforo integrado en los cristales de hidroxiapatita.
"El esqueleto constituye pues, el mayor reservorio orgánico de calcio de manera que, en caso de déficit de ingreso de éste mineral, el organismo moviliza calcio óseo aun a costa de deteriorar la estructura del hueso", apunta Serra. A nivel vital, el ser humano puede permitirse huesos débiles pero no una baja concentración de calcio en la sangre.
El otro gran protagonista es la vitamina D que actúa al facilitar la absorción del calcio a nivel digestivo. Su presencia en el organismo depende de la ingesta de alimentos que la contengan y de la síntesis subcutánea estimulada por los rayos ultravioletas del sol.
A parte de los pescados grasos o azules, son muy pocos los alimentos con cantidades significativas de vitamina D salvo que estén fortificados o suplementados, de ahí que los rayos solares sean cuantitativamente mucho más importantes que los aportes dietéticos. Los rayos UV tipo B convierten un precursor de la vitamina D en una provitamina D que rápidamente se transforma en vitamina D activa después de sendas transformaciones en el hígado y el riñón.
La actividad física ejerce, en general, un efecto positivo sobre el contenido mineral y la microarquitectura ósea. Es muy importante que las épocas de crecimiento sean momentos de actividad física habitual pues está teniendo lugar la formación de nuestro capital óseo.
"En el adulto, la actividad física contribuye decisivamente al mantenimiento de este capital óseo alcanzado durante la juventud", advierte el especialista. "En las mujeres postmenopáusicas y en los mayores, la actividad física ayuda a paliar la pérdida de hueso y, al fortalecer la masa muscular, disminuye el riego de caídas y por tanto de posibles fracturas de un hueso fragilizado", concluye.
SOL, CALCIO Y ANTIOXIDANTES
"Tan importante cómo mantener una alimentación equilibrada en variedad y energía, lo es seguir un estilo de vida saludable que incluya el máximo de factores para una buena mineralización de los huesos", señala Serra. Esto supone básicamente una actividad física regular, una exposición razonable al sol y evitar el tabaquismo.
* Exposición solar: bastan unos 20 minutos diarios de exposición a los rayos solares en brazos y cara y en horas que no supongan los momentos de máxima irradiación. Durante este período la piel debe estar libre de protectores ya que se anula entonces la acción de los UVB en relación a la síntesis de vitamina D. El nivel de insolación desde noviembre a marzo en nuestro país no es suficiente, por lo que es importante considerar el consumo de alimentos con vitamina D o suplementos según los casos.
* Calcio: es importante ingerir alimentos que lo aporten, lo que incluye además de los lácteos, vegetales de hoja verde, legumbres, pescados enlatados de los que solemos comer la espina, y frutos secos, así como la pasta alimentaria y los cereales de desayuno. El efecto de la presencia de fitatos u oxalatos en alimentos de origen vegetal que pueden disminuir la absorción intestinal de calcio puede minimizarse cuando las cantidades de calcio ingeridas a lo largo del día son las recomendadas.
* Antioxidantes: la presencia de antioxidantes en la alimentación cotidiana es muy importante para minimizar los riesgos que supone un estado oxidativo para la salud ósea. "Mantener pues, un patrón de alimentación mediterránea supone una magnífica estrategia dietética para disminuir el riesgo de osteoporosis", concluye Serra.