MADRID, 19 Nov. (EUROPA PRESS) -
El aumento del consumo de alimentos ultraprocesados (AUP) en la dieta mundial representa un desafío urgente para la salud que exige políticas coordinadas y acciones de concientización para abordarlo, según una nueva serie de tres artículos, elaborada por 43 expertos internacionales y publicada en 'The Lancet'.
La serie expone las tácticas que utilizan las empresas productoras de AUP para impulsar su consumo y obstaculizar políticas eficaces. Además, propone una hoja de ruta para el cambio hacia una regulación gubernamental impactante, la movilización comunitaria y dietas más saludables, accesibles y asequibles.
UN EL GRAVE PROBLEMA DE SALUD
El profesor Carlos Monteiro, de la Universidad de São Paulo, Brasil, redacta: "El creciente consumo de alimentos ultraprocesados está transformando la dieta a nivel mundial, desplazando los alimentos frescos y mínimamente procesados. Este cambio en la alimentación se ve impulsado por poderosas corporaciones globales que generan enormes ganancias al priorizar los productos ultraprocesados, con el apoyo de un intenso marketing y un fuerte lobby político para frenar políticas de salud pública eficaces que promuevan una alimentación saludable".
La profesora Camila Corvalán, de la Universidad de Chile, añade: "Para afrontar este desafío, los gobiernos deben tomar la iniciativa e implementar políticas audaces y coordinadas, desde incluir indicadores de UPF en el etiquetado frontal de los envases hasta restringir su comercialización e implementar impuestos para financiar un mayor acceso a alimentos nutritivos y asequibles".
El doctor Phillip Baker, de la Universidad de Sídney, Australia, agrega: "Necesitamos una respuesta global contundente de salud pública, similar a los esfuerzos coordinados para desafiar a la industria tabacalera. Esto incluye proteger el espacio político de la presión política y crear coaliciones sólidas para promover sistemas alimentarios saludables, justos y sostenibles, y hacer frente al poder corporativo".
Los AUP, según la clasificación de Nova, son productos de marca innovadores elaborados con ingredientes industriales económicos, como aceites hidrogenados, aislados de proteínas o jarabe de glucosa/fructosa, y aditivos alimentarios cosméticos (por ejemplo, colorantes, edulcorantes artificiales y emulsionantes). Están diseñados y comercializados para desplazar los alimentos frescos y mínimamente procesados, así como las comidas tradicionales, maximizando a la vez los beneficios empresariales.
El primer artículo de la nueva serie de 'The Lancet' revisa la evidencia científica sobre los alimentos ultraprocesados (AUP) y la salud, desde que el profesor Carlos Monteiro y su equipo desarrollaron la clasificación Nova en 2009. La serie presenta evidencia consistente de que los AUP están desplazando patrones dietéticos arraigados, empeorando la calidad de la dieta y asociándose a un mayor riesgo de múltiples enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación.
Diversas encuestas nacionales indican que la proporción de AUP en las dietas está en aumento. La contribución energética estimada de los alimentos ultraprocesados (AUP) al total de compras de alimentos en los hogares o a la ingesta diaria de alimentos se triplicó en España (del 11% al 32%) y China (del 4% al 10%) en las últimas tres décadas, y aumentó (del 10% al 23%) en México y Brasil durante las cuatro décadas anteriores. En Estados Unidos y el Reino Unido, aumentó ligeramente en las últimas dos décadas, manteniéndose por encima del 50%.
La evidencia revisada en la Serie muestra que las dietas ricas en AUP están relacionadas con la sobrealimentación, una baja calidad nutricional (exceso de azúcar y grasas poco saludables, y escasez de fibra y proteínas) y una mayor exposición a sustancias químicas y aditivos nocivos. Además, una revisión sistemática realizada para la Serie, que abarcó 104 estudios a largo plazo, encontró que 92 de ellos reportaron mayores riesgos asociados de una o más enfermedades crónicas, y los metaanálisis mostraron asociaciones significativas para 12 afecciones de salud, incluyendo obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, depresión y muerte prematura por todas las causas.
Los autores de la serie reconocen críticas científicas válidas a Nova y los alimentos ultraprocesados como la falta de ensayos clínicos y comunitarios a largo plazo, la comprensión incipiente de sus mecanismos y la existencia de subgrupos con diferentes valores nutricionales, como áreas clave para futuras investigaciones. Sin embargo, argumentan que la investigación futura no debe retrasar la acción inmediata y decisiva de salud pública, justificada por la evidencia actual.
La profesora Mathilde Touvier, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (Inserm) de Francia, detalla: "Si bien se celebra un debate sano sobre los AUP dentro de la comunidad científica, este debe distinguirse de los intentos de intereses creados por socavar la evidencia actual. El creciente número de investigaciones sugiere que las dietas ricas en alimentos ultraprocesados perjudican la salud a nivel mundial y justifica la necesidad de medidas políticas".
POLÍTICAS COORDINADAS PARA REGULAR LA PRODUCCIÓN
El segundo artículo de la serie describe políticas coordinadas para regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de AUP, y para responsabilizar a las grandes empresas por su papel en la promoción de dietas poco saludables.
El artículo expone cómo la mejora de la alimentación a nivel mundial requiere políticas específicas sobre alimentos ultraprocesados que complementen la legislación vigente para reducir el alto contenido en grasas, sal y azúcares de los alimentos. El profesor Barry Popkin, de la Universidad de Carolina del Norte (EE. UU.), expone: "Solicitamos que se incluyan en el etiquetado frontal los ingredientes que indican la presencia de alimentos ultraprocesados (por ejemplo, colorantes, saborizantes y edulcorantes), junto con el exceso de grasas saturadas, azúcar y sal, para evitar la sustitución de ingredientes poco saludables y permitir una regulación más eficaz".
Los autores proponen restricciones de marketing más estrictas, especialmente para la publicidad dirigida a niños, en medios digitales y a nivel de marca, así como la prohibición de los alimentos ultraprocesados ? en instituciones públicas como escuelas y hospitales, y la limitación de su venta y espacio en los estantes de los supermercados. Un ejemplo de éxito es el programa nacional de alimentación escolar de Brasil, que ha eliminado la mayoría de los AUP y exigirá que el 90% de los alimentos sean frescos o mínimamente procesados ??para 2026.
Los autores enfatizan que, además de regular los AUP, las políticas deben ampliar el acceso a los alimentos frescos. Esto podría lograrse gravando ciertos AUP para financiar subsidios a alimentos frescos para hogares de bajos ingresos.
La profesora Marion Nestle, de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, comenta: "Mejorar la alimentación a nivel mundial requiere políticas adaptadas a la situación particular de cada país y al grado de arraigo de los AUP en los hábitos alimenticios cotidianos. Si bien las prioridades pueden diferir, se necesitan medidas urgentes en todas partes para regular los alimentos ultraprocesados, junto con los esfuerzos existentes para reducir su alto contenido en grasas, sal y azúcar".
¿QUIÉN IMPULSA EL AUGE DE LOS ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS?
El tercer artículo de la serie explica cómo las corporaciones globales, y no las decisiones individuales, impulsan el auge de los alimentos ultraprocesados, y que una respuesta global de salud pública a este desafío es urgente y factible. Los autores destacan cómo las empresas de alimentos ultraprocesados utilizan ingredientes baratos y métodos industriales para reducir costos, junto con un marketing agresivo y diseños atractivos para impulsar el consumo.
Con ventas anuales globales de 1,9 billones de dólares, los alimentos ultraprocesados constituyen el sector alimentario más rentable. Los fabricantes de alimentos ultraprocesados representan por sí solos más de la mitad de los 2,9 billones de dólares en dividendos repartidos entre los accionistas de todas las empresas alimentarias que cotizan en bolsa desde 1962. Estas ganancias impulsan el creciente poder corporativo en los sistemas alimentarios, al proporcionar recursos a las empresas AUP para expandir la producción, el marketing y la influencia política, transformando así las dietas a nivel mundial.
La serie revela cómo las empresas AUP emplean sofisticadas tácticas políticas para proteger sus ganancias: bloquean regulaciones, moldean debates científicos e influyen en la opinión pública. Coordinan cientos de grupos de interés en todo el mundo, ejercen presión sobre los políticos, realizan donaciones políticas y participan en litigios para retrasar la implementación de políticas.
Los autores abogan por una respuesta global coordinada de salud pública para proteger la formulación de políticas de la injerencia de la industria, poner fin a los vínculos de la industria con profesionales y organizaciones de la salud, y construir una red global de defensa de acciones contra los alimentos ultraprocesados.
La profesora Karen Hoffman, de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica, insiste: "Así como nos enfrentamos a la industria tabacalera hace décadas, ahora necesitamos una respuesta global audaz y coordinada para frenar el poder desproporcionado de las corporaciones de alimentos ultraprocesados y construir sistemas alimentarios que prioricen la salud y el bienestar de las personas".
La serie termina señalando que abordar el problema de los alimentos ultraprocesados requiere una visión diferente de nuestros sistemas alimentarios: crear sistemas que apoyen a los diversos productores locales de alimentos, preserven las tradiciones culinarias culturales, promuevan la equidad de género y garanticen que los beneficios económicos de la producción de alimentos retornen a las comunidades en lugar de a los accionistas.