Trastornos alimentarios: estos son los riesgos graves y persistentes para la salud física y mental

El primer año, el más crítico: el riesgo de insuficiencia renal, hepática y suicidio se dispara tras el diagnóstico de un trastorno alimentario

Archivo - Joven morena, anorexia nerviosa o bulimia. Dieta, trastorno de conducta alimentario
Archivo - Joven morena, anorexia nerviosa o bulimia. Dieta, trastorno de conducta alimentario - MARHARYTA MARKO/ ISTOCK - Archivo
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Publicado: miércoles, 19 noviembre 2025 7:49

MADRID, 19 Nov. (EUROPA PRESS) -

Los trastornos alimentarios no solo marcan la vida en el presente: pueden dejar cicatrices en el cuerpo y la mente durante años, incluso después de empezar la recuperación. Un nuevo estudio masivo de seguimiento analiza cómo la anorexia, la bulimia y el atracón multiplican el riesgo de problemas graves de salud física y mental, y por qué los expertos insisten en la importancia de un apoyo continuado. Descubre todo lo que revela la ciencia.

¿HASTA CUÁNDO AFECTAN LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS? 

   Los impactos en la salud de los trastornos alimentarios, como la anorexia, la bulimia y los atracones, no solo son complejos, afectando a muchos sistemas orgánicos diferentes, sino que también son duraderos, según un amplio estudio de seguimiento de la Universidad de Manchester (Reino Unido) publicado en la revista de acceso abierto 'BMJ Medicine'.

    Los riesgos de padecer afecciones graves, como diabetes, insuficiencia renal y hepática, fracturas y muerte prematura, son particularmente elevados durante los primeros 12 meses tras el diagnóstico. Sin embargo, estos riesgos elevados persisten durante años, lo que subraya la necesidad de contar con servicios de salud multidisciplinarios integrados y oportunos, así como con un seguimiento continuo para mejorar los resultados, concluyen los investigadores.

   Los investigadores señalan que las tasas de trastornos alimentarios en el Reino Unido han aumentado significativamente desde las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19. Sin embargo, aunque se conocen bien las consecuencias negativas, tanto mentales como físicas, los efectos a largo plazo se comprenden menos, añaden.

   Para fortalecer la base de evidencia, los investigadores examinaron registros médicos anonimizados en el 'Clinical Practice Research Datalink', vinculados a las estadísticas de episodios hospitalarios y a los datos de certificación de defunciones de personas de toda Inglaterra durante un período de 20 años (de 1998 a 2018 inclusive).

   Unas 24.709 personas, de entre 10 y 44 años, con un trastorno alimentario diagnosticado, fueron emparejadas por edad, sexo y centro de atención primaria con hasta 20 personas sin estos trastornos (493.001 en total), y se realizó un seguimiento de su salud mental y física durante 10 años.

   La mayoría (89%) de la muestra total era femenina. Entre las personas con trastornos de la conducta alimentaria, el 14,5% (3.577) padecía anorexia; el 20,5% (5.085), bulimia; el 5% (1.215), trastorno por atracón; y en el 60% (14.832), el trastorno no estaba especificado.

   El análisis de los datos reveló que los trastornos alimentarios estaban asociados con riesgos sustancialmente mayores de mala salud física y mental, y de muerte prematura. Durante el primer año posterior al diagnóstico, las personas con trastornos alimentarios tenían 6 veces más probabilidades de ser diagnosticadas con insuficiencia renal y casi 7 veces más probabilidades de ser diagnosticadas con enfermedad hepática, además de tener riesgos significativamente elevados de osteoporosis (6 veces mayores), insuficiencia cardíaca (el doble de mayores) y diabetes (3 veces mayores).

   Los riesgos de insuficiencia renal y enfermedad hepática seguían siendo de 2,5 a casi 4 veces mayores después de 5 años, con 110 y 26 casos más de los esperados, respectivamente, por cada 10.000 personas a los 10 años.

    De igual modo, los riesgos de problemas de salud mental fueron significativamente mayores 12 meses después de un diagnóstico de trastorno alimentario: los riesgos de depresión fueron 7 veces mayores, con 596 casos adicionales por cada 10.000 personas, mientras que los de autolesiones fueron más de 9 veces mayores, con 309 casos adicionales por cada 10.000. Y aunque fueron menores, estos riesgos elevados persistieron después de 5 años.

   El riesgo de muerte por cualquier causa durante los primeros 12 meses posteriores al diagnóstico también fue mayor. El riesgo de muertes no naturales, incluido el suicidio, era cuatro veces mayor, y cinco veces mayor en el caso de las muertes no naturales. Tras cinco años, estos riesgos seguían siendo dos y tres veces mayores, lo que se traduce en 43 muertes adicionales por cada 10.000 habitantes por todas las causas y 184 muertes adicionales por cada 100.000 habitantes por causas no naturales.

   Y 10 años después del diagnóstico, las cifras equivalentes de muertes adicionales ascendieron a 95/10.000 y 341/100.000, respectivamente. El riesgo de suicidio fue casi 14 veces mayor durante el primer año, pero seguía siendo casi 3 veces mayor después de 10 años, lo que representa 169 muertes adicionales por cada 100.000 personas.

   Los investigadores reconocen que los datos de los registros médicos no incluían la gravedad del trastorno alimentario, lo que imposibilita relacionar la gravedad con peores resultados. No obstante, afirman: "Nuestros datos describen los importantes efectos a largo plazo de los trastornos alimentarios y subrayan la oportunidad potencial para que la atención primaria desempeñe un papel más importante en el apoyo y el seguimiento a largo plazo de las personas que se están recuperando de un trastorno alimentario".

   Por todo ello, sugieren: "También podría ser necesario un enfoque de gestión más estrecho y cohesionado en la atención primaria y especializada, tanto para los servicios de salud física (nefrología, cardiología y endocrinología) como para los de salud mental, con el fin de brindar este apoyo".

    A esta idea añaden que: "Existe una posible laguna en la atención cuando las dificultades de los pacientes son demasiado complejas para intervenciones breves de baja intensidad, pero no lo suficientemente complejas para equipos especializados". Y concluyen: "Es fundamental concienciar a los profesionales sanitarios sobre los efectos duraderos de los trastornos alimentarios y la necesidad de un apoyo continuo para controlar los síntomas actuales y la recuperación".

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