MADRID, 27 Sep. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación de la Universidad Edith Cowan (ECU), en Australia, ha encontrado evidencia de que las verduras crucíferas como el brócoli y la col rizada podrían ayudar a controlar los niveles de azúcar en sangre, especialmente en personas con riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares (ECV).
La estudiante de doctorado Emma Connolly ha investigado si la ingesta de vegetales crucíferos mejoraba el control del azúcar en sangre en comparación con las verduras de raíz y calabaza en adultos no diabéticos con presión arterial elevada.
En un ensayo cruzado, controlado y aleatorizado, los participantes consumieron cuatro porciones por día de verduras crucíferas (brócoli, repollo, coliflor, col rizada) o verduras de raíz y calabaza (zanahoria, patata, calabaza, batata) con las comidas de almuerzo y cena durante dos semanas.
"Nuestros participantes usaron monitores de glucosa durante todo el estudio, de modo que pudimos medir los niveles de azúcar en sangre continuamente durante cada período de dos semanas --detalla Connolly--. Descubrimos que, al consumir verduras crucíferas, los niveles de azúcar en sangre eran menos variables que al consumir tubérculos y calabazas. También observamos que estos participantes presentaban picos de azúcar más leves después de las comidas".
Connolly añade que "un objetivo fundamental del control de la glucemia, especialmente para las personas con diabetes, es suavizar los picos y reducir la variabilidad de los niveles de azúcar a lo largo del día. Un nivel de azúcar en sangre estable, con picos mínimos y menos fluctuaciones, se asocia con una mejor salud y bienestar general".
La autora considera que es esencial realizar más investigaciones para comprender plenamente los mecanismos subyacentes que impulsan estos hallazgos, así como para explorar las implicaciones clínicas más amplias. "La investigación continua será crucial para determinar cómo se pueden incorporar eficazmente estas verduras en las recomendaciones dietéticas para mejorar la regulación del azúcar en sangre y el control general de la salud", apostilla.
Se estima que 541 millones de personas en todo el mundo padecen un control glucémico deficiente. En este sentido, Connolly señala que un control glucémico deficiente aumenta el riesgo de diabetes tipo 2 y ECV subsiguiente, y tiene un impacto social considerable.