MADRID 19 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de modelos a gran escala muestra cómo el sistema alimentario global puede contribuir a la lucha contra el calentamiento global, según expertos del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam (PIK) de Alemania.
El trabajo, publicado en 'Nature Food', identifica 23 palancas, calcula su eficacia y concluye: una transformación decisiva de este sector por sí sola, sin la indispensable transición energética, puede limitar el aumento de la temperatura global a 1,85°C por encima de los niveles preindustriales para 2050. Además, los alimentos serán más saludables y económicos, y la agricultura será más compatible con la conservación de la biodiversidad.
El estudio se basa en tres posibles vías para el futuro: el escenario estándar "SSP2", comúnmente utilizado para modelar la continuidad de las tendencias actuales; un escenario de rápida transformación del sistema alimentario; y un escenario ampliado con mayor sostenibilidad también en otros sectores económicos.
Un potente marco analítico desarrollado en el PIK, basado en el modelo de sistema agroalimentario MAgPIE del PIK, e integrado también por varios modelos de otros institutos, determina no solo los efectos sobre el clima, sino también sobre la salud humana, el medio ambiente, la justicia social y la producción económica.
"Nuestro estudio demuestra la gran importancia del sistema alimentario", explica Benjamin Bodirsky, investigador del PIK y autor principal del estudio. "Si transformamos decididamente este sector hacia la sostenibilidad, no solo ralentizaremos significativamente el calentamiento global, sino que también avanzaremos hacia muchos otros objetivos deseables.
La esperanza de vida aumentará, la contaminación por nitrógeno disminuirá y la pobreza mundial también disminuirá ligeramente. Es más, si también implementamos cambios en otros sectores, podemos incluso limitar el cambio climático muy por debajo de los 2°C".
El equipo de investigación modeló la transformación del sistema alimentario en términos muy concretos y analizó el impacto de 23 palancas. Algunas se relacionan con la Dieta de Salud Planetaria codesarrollada por PIK en 2019, que mejora la salud humana y planetaria: menos azúcar, carne y productos lácteos, más legumbres, verduras, frutas, frutos secos y cereales integrales.
El estudio también examina cómo las palancas relacionadas con la reducción del hambre, la sobrealimentación y el desperdicio de alimentos afectan a los sistemas de producción globales y al medio ambiente. Otras palancas abordan cambios hacia la conservación del medio ambiente y la agricultura sostenible. Finalmente, el estudio investiga los efectos de la reducción de las barreras comerciales, los salarios dignos en la agricultura en los países de bajos ingresos y una producción menos intensiva en capital en las economías de altos ingresos.
Por un lado, el estudio especifica cómo la transformación del sistema alimentario por sí sola ayuda a alcanzar los diversos objetivos, desde la mitigación del cambio climático hasta una alimentación saludable y asequible. Activar cada palanca individualmente tiene ventajas y desventajas, pero en combinación conducen a un resultado claramente positivo.
Por otro lado, el estudio muestra qué sucede si la transformación se integra en un cambio aún más amplio. Para ello, el equipo considera cinco palancas adicionales fuera del sistema alimentario: menor crecimiento poblacional, un desarrollo socioeconómico más sostenible, una transición más rápida hacia el uso de combustibles fósiles, mayor uso de bioplásticos en lugar de materiales fósiles, y mayor uso de madera para la construcción en lugar de acero y hormigón.
En este escenario de sostenibilidad ampliado, el estudio modelo revela que existe una probabilidad del 38% de que se alcance el límite de 1,5°C en 2050 y del 91% de que se alcance la marca de 2,0°C. Los riesgos para la salud relacionados con la dieta, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, disminuyen, y la producción económica es significativamente mayor que en el escenario base. El número de personas que viven en la pobreza extrema no solo se reduce ligeramente, sino que es tres cuartas partes menor que en el escenario base. Al mismo tiempo, se detiene el daño a la biosfera, un éxito decisivo para la conservación de la naturaleza.
"La transformación del sistema alimentario es crucial para la conservación de la biodiversidad", explica Alexander Popp, director del Laboratorio de Transición del Uso de la Tierra del PIK y coautor del estudio: "Al combinar medidas, desde la protección de los puntos críticos de biodiversidad hasta dietas basadas en plantas, pasando por una mayor variación en las rotaciones de cultivos y paisajes mejor estructurados, la presión sobre la biodiversidad puede reducirse significativamente".
Finalmente, los autores concluyen que este trabajo crea una visión positiva del futuro, cuantifica las interdependencias y, por lo tanto, ayuda a evaluar el nivel de ambición política.