MADRID 18 Dic. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha advertido de que no se debe confundir ser alérgico con tener intolerancia a los alimentos, ya que estos problemas tienen distintos síntomas y revisten una gravedad diferente en cada caso.
"La persona intolerante no puede metabolizar adecuadamente el alimento y presenta síntomas digestivos ante su ingestión, sin participación del sistema inmunológico. En el caso de la intolerancia a la lactosa, un intolerante tiene diarrea tras la toma de leche, mientras que el alérgico no tolera la toma de ningún producto lácteo y los síntomas no se limitan al aparato digestivo", señala la SEAIC.
En este sentido, y según recuerdan los alergólogos, "los síntomas de una reacción alérgica aparecen en las dos horas siguientes a la ingestión del alimento y la gravedad varía en función de la cantidad de alérgeno ingerido, sensibilidad de la persona, y factores externos".
En cambio, en las intolerancias los síntomas "pueden aparecer más lentamente y suelen ser náuseas, diarrea, dolor abdominal, cólico, cefalea o sensación de mareo y calor", según estos expertos.
A la hora de hacer la compra hay que tener especial cuidado por los productos que se adquieren. De este modo, la experta de la sección de Alergología del Hospital Universitario Ramón y Cajal y coordinadora del Comité de Alergia a Alimentos de la SEAIC, la doctora Belén de la Hoz, ha señalado que "hay que leer atentamente los etiquetados en el caso de contar con un alérgico a alimentos o un celíaco en casa".
Además, ha asegurado que la época navideña es muy peligrosa para personas que prueban por primera vez los productos típicos de estas fechas. "Los alérgenos y el gluten pueden ocultarse en preparaciones típicas de la Navidad. El problema es que en esta época del año debutan muchos alérgicos, por ejemplo niños que prueban por primera vez los frutos secos del turrón o el marisco".
En este sentido, la SEAIC recomienda a los alérgicos extremar la precaución con los alimentos, mirar con más atención el etiquetado, mirar las alternativas a los dulces que las asociaciones de pacientes ofrezcan en sus páginas webs y evitar alterar hábitos, horarios y la exposición a humos o irritantes como el frío.