MADRID, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
Investigadores alertan de que los libros ilustrados que pueden ayudar a los niños a tener buenos hábitos alimentarios deben revisarse cuidadosamente. En un artículo publicado en 'Journal of Nutrition Education and Behavior' señalan que algunos de los manuales analizados en su trabajo eran vagos, sofisticados, poco convincentes, no resolvían cuestiones o tenían planteamientos opuestos.
La educación nutricional y las prácticas de recomendaciones alimenticias pueden ayudar a los padres a tratar los problemas de alimentación y acortar su duración. Para ello, pueden emplearse libros como recursos para ayudar a enseñar a los niños a superar los malos hábitos alimenticios, por lo que un equipo de investigadores analizó el contenido de estos manuales con el fin de evaluar los mensajes sobre los hábitos alimentarios y las estrategias de alimentación en una serie de libros ilustrados.
Para el análisis, Oksana Matvienko, de la Escuela de Kinesiología, Salud y Servicios Humanos de la Universidad del Norte de Iowa, en Cedar Falls, Estados Unidos, seleccionaron imágenes de libros que eran de ficción, publicados entre 2000 y 2016, accesibles en Estados Unidos, en el formato de impresión, y apropiado para niños de 4 a 8 años de edad.
El estudio incluyó los libros que se encuentran en las bases de datos bibliográficas y de la industria editorial de los niños, así como sitios web de venta de libros y dirigidos a los niños. Se seleccionaron los libros que recogían temas y patrones presentados en las historias, revelando 104 libros que retrataban los hábitos alimentarios.
ALGUNOS LIBROS PRESENTAN IDEAS IMPROBABLES
"Los libros tenían mensajes positivos sobre buenos hábitos alimenticios que se comunicaban de maneras creativas, inteligentes y creíbles, preparados para niños, sin sermones y no contundentes, que es lo que los padres prefieren", describe Matvienko. "Pero muchos libros interesantes aportan, sin embargo, diversas ideas improbables que no se alinean con las pautas nutricionales compatibles con la ciencia", añade.
De los libros evaluados, el 50 por ciento presentaba un comportamiento alimenticio específico, el 21 por ciento del estilo de vida o de patrones de alimentación, el 20 por ciento acerca de sensaciones y emociones relacionadas con los alimentos, y el 9 por ciento sobre modales en la mesa. Algunos libros tenían mensajes claros y directos, mientras que otros podían ser vagos, sofisticados, poco convincentes, dejaban temas sin resolver u presentaban planteamientos opuestos.
Los mensajes en los libros estaban abiertos a interpretaciones erróneas en función de muchos factores. Las acciones de respuesta y los enfoques para resolver problemas en los libros en general no se alinean con el consenso científico. Aunque el modelo de la alimentación perceptiva, por el que se debe permitir a los niños controlar su propia ingesta de alimentos en el contexto de comidas estructuradas proporcionadas por los adultos, se ha defendido desde hace varias décadas por los profesionales de la nutrición, no se encontró esta vía en los libros ilustrados de ficción.
"Los libros ilustrados son una herramienta prometedora para mejorar los hábitos alimenticios de los niños, pero los médicos deben evaluar la claridad, precisión y fuerza del libro antes de hacer recomendaciones", apunta Matvienko.
Como los libros son convenientes, pueden ser una herramienta útil para que los padres ayuden a los niños a superar los malos hábitos alimenticios. Sin embargo, se deben realizar investigaciones futuras para examinar los libros ilustrados sobre el comportamiento dietético solo y en combinación con otras estrategias para lograr una óptima influencia sobre los hábitos alimentarios de los niños.