MADRID, 10 Dic. (EDIZIONES) -
La castaña es un fruto estacional propio del otoño, por lo que sólo lo podemos encontrar en un periodo concreto del año, desde octubre hasta diciembre aproximadamente.
En una entrevista con Infosalus, la dietista-nutricionista María Marqués Feliu, del Colegio Oficial de Dietistas Nutricionistas de Navarra (CODINNA) precisa que la variedad de castaña que se consume habitualmente es la clase común o castaña europea, si bien existen otros tipos de castañas, como la castaña china, la castaña japonesa y la americana. La composición de los tipos de castaña es muy similar, diferenciándose sobre todo en la proporción de hidratos de carbono y en su dulzor, más intenso en la variedad china, según puntualiza.
A pesar de que la castaña es un fruto seco, la experta indica que su composición se asemeja más a la de los cereales. "Las castañas son ricas en hidratos de carbono complejos (44%), una cantidad comparable sólo con la que contienen las legumbres y los cereales. Además, los hidratos de carbono son absorbidos lentamente por nuestro organismo, de manera que se mantienen constantes los niveles de azúcar en sangre, y disminuyen la sensación de hambre durante más tiempo", añade.
Por otro lado, dice que la cantidad de grasa también es bastante similar a la de los cereales, y por lo tanto "notablemente inferior" a la que contienen el resto de los frutos secos.
"Por ello, se entiende que el contenido calórico de las castañas es muy inferior al de la media de los frutos secos. Para poner un ejemplo comparativo, 100 gramos de almendras aportan unas 600 kcal, en cambio las castañas por la misma cantidad, sólo llegan a las 185 kcal. Destaca también la presencia de fibra, de vitaminas del grupo B y C, y de minerales como el hierro, el magnesio, el potasio, el zinc y el fósforo.
Gracias a estas propiedades y a que su contenido en agua es cercano al 50%, la castaña es un alimento ideal para apaciguar el hambre en los días frescos", añade la experta en nutrición.
RAZONES PARA CONSUMIRLA
Así las cosas, la miembro de CODINNA recuerda que la castaña es un alimento "muy saludable y nutritivo", que en el otoño, época en la que empiezan los primeros fríos y el organismo se está adaptando al cambio estacional, resulta ser un "gran aliado" para el organismo. Aquí las 6 razones de Marqués Feliu por las que consumirla esta temporada:
1.- Por su riqueza en hidratos de carbono, y el bajo contenido en grasa dice que es muy interesante para los grupos de población con necesidades energéticas y nutricionales aumentadas, como deportistas, niños, o embarazadas, por ejemplo. "Es una buena fuente de energía, que nos permite saciar el hambre en momentos determinados. Además, la presencia de fibra contribuye a que los azúcares se absorban de forma paulatina, lo que permite que la castaña sea un alimento apto para las personas diabéticas, siempre que se consuman con moderación y no se acompañen de otros alimentos dulces como la miel, la mermelada, los pasteles, o el chocolate", añade.
2.- A su juicio, también puede ser consumida por personas que desean controlar su peso, ya que "no es un alimento muy calórico y prolonga la sensación de saciedad", precisa .
3.- "La presencia de vitaminas y minerales favorece al buen funcionamiento del organismo. Las vitaminas del grupo B y el zinc son beneficiosos para frenar la caída del cabello, tan común en esta época del año", añade.
4.- Según indica, suponen un aporte natural de calcio muy destacable, que ayuda a fortalecer los huesos y los cartílagos, por lo que las castañas pueden ser una alternativa a la leche para quienes presenten intolerancia a la lactosa.
5.- "Se consideran un buen aliado para las personas que tienen anemia o sienten debilidad porque suponen un refuerzo de energía y de minerales (hierro, calcio, magnesio)", indica.
6.- "Es rica en fibra. Esto contribuye a regular el tránsito intestinal, y favorece la sensación de saciedad", subraya la especialista en nutrición.
POR QUÉ ES TAN PESADA PARA LA DIGESTIÓN
Marqués Feliu indica por otro lado que las castañas crudas son ricas en taninos, por lo que comerlas en este estado puede producir molestias intestinales. "No debemos olvidar que las castañas crudas son ricas en taninos (compuesto orgánico). Por lo que comerlas en este estado puede producir molestias intestinales", asegura. En este sentido, recomienda que las castañas una vez recogidas sean almacenadas durante siete o diez días, para que en este periodo disminuyan los contenidos en taninos, y el almidón se transforme en azúcares más asimilables.
"En cualquier caso, al comer castañas crudas, se recomienda eliminar la piel marrón que hay inmediatamente después de la corteza. Por otro lado, la cocción o asado de las castañas favorece la transformación de los hidratos de carbono, convirtiéndolas en un alimento más digerible. Aun así, es necesario tener presente que, al tratarse de un alimento rico en hidratos de carbono, es necesaria una buena masticación y ensalivación para mejorar su digestión", agrega la dietista-nutricionista.
Sobre su forma de consumo admite que es un alimento muy versátil y que puede consumirse de diferentes maneras, aunque la más clásica es asada, aunque previamente, avisa, hay que hacerles un corte pequeño en la capa externa para que no revienten.
También dice que se pueden cocer con un poco de agua o de leche, durante 5-10 minutos, para elaborar purés o pastas, que se consumen con otros alimentos como pan, leche, o mermelada, por ejemplo. Además, indica que se pueden usar como ingrediente en múltiples platos dulces o salados (acompañamiento de carnes, puddings, o cremas vegetales, por ejemplo). "Hay quien prepara bebida de castaña como alternativa a la leche de vaca, a base de castañas hervidas y licuadas", apostilla.
Se puede consumir hasta dos o tres veces por semana por regla general. A la hora de comprar castañas aconseja escoger aquellas que sean más grandes y sin manchas, con una textura tersa y color brillante. Una vez en casa recomienda extenderlas sobre una superficie plana o disponerlas en un cesto amplio, para evitar así que se puedan enmohecer. Se conservan a temperatura ambiente en un lugar fresco y seco durante algunos meses, alejadas de la luz solar y del calor de los electrodomésticos.
También se pueden congelar, pero peladas y en un recipiente cerrado herméticamente; se pueden mantener así durante ocho o nueve meses. "Cuando decidas descongelarlas, mantenlas sumergidas en agua fría durante unos minutos para rehidratarlas, antes de proceder a su cocción o guisado", añade.