El Papa pide en un histórico mensaje a católicos de China que permanezcan unidos superando las divisiones del pasado

El Papa Francisco en el Vaticano
REUTERS
Publicado: miércoles, 26 septiembre 2018 16:59

ROMA 26 Sep. (EUROPA PRESS) -

El Papa ha pedido en un histórico mensaje a los católicos de China que permanezcan unidos, superando las divisiones del pasado, y ha urgido a mantener vivo el diálogo como el camino para construir un futuro de armonía.

"Este camino requiere tiempo y presupone la buena voluntad de las partes", ha señalado sobre el acuerdo con China para la designación de obispos en el que el Pontífice tendrá la última palabra.

Francisco ha explicado que la principal razón que le ha llevado a la firma del convenio con el Gobierno de Pekín es promover el anuncio del Evangelio y alcanzar la unidad de la comunidad católica. "A través de este proceso, la Santa Sede no tuvo -y no tiene- en mente, más que realizar los objetivos espirituales y pastorales de la Iglesia, es decir, apoyar y promover el anuncio del Evangelio, y alcanzar y preservar la unidad plena y visible de la comunidad católica en China", ha manifestado.

Asimismo, se ha dirigido directamente a aquellos que no han visto con buenos ojos el acuerdo: "Para algunos, surgen dudas y perplejidad; otros tienen la sensación de sentirse como abandonados por la Santa Sede y, al mismo tiempo, se hacen la pregunta conmovedora sobre el valor de los sufrimientos que se enfrentan para vivir en fidelidad al Sucesor de Pedro. En muchos otros, por el contrario, prevalecen expectativas y reflexiones positivas, animadas por la esperanza de un futuro más sereno por un fructífero testimonio de fe en suelo chino".

El Papa también ha pedido a los fieles católicos de China que sean "buenos ciudadanos" y que se vuelquen con el objetivo de "amar totalmente a su patria" sirviéndola "con esfuerzo y honestidad". Sin embargo, les ha instado a "expresar una palabra crítica" para conseguir construir una "sociedad más justa".

En la carta, el Papa considera "fundamental" afrontar en primer lugar la cuestión de la designación de la jerarquía episcopal en China para conseguir "restablecer la plena y visible unidad en la Iglesia".

En este sentido, ha recordado la "dolorosa historia" de la Iglesia china marcada por las "profundas tensiones, heridas y divisiones" sobre todo en torno a la figura de los obispos.

Así, ha lamentado que en los años pasados, China ha pretendido dictar "la vida interna de las comunidades católicas" al imponer "el control directo más allá de las legítimas competencias del Estado", lo que propició el nacimiento de una Iglesia clandestina.

Por ello, ha arremetido contra los obispos que hirieron "la comunión en la Iglesia" al aceptar ser nombrados por las autoridades de la República Popular China sin contar con el beneplácito de la Santa Sede si bien ha considerado que su comportamiento fue fruto de la "fuerte e indebida presión externa" recibida.

Sin embargo, el Santo Padre ha reafirmado que con el acuerdo -que tiene carácter provisional- ha buscado el verdadero bien de la Iglesia en China. Por ello, ha decidido conceder la reconciliación a los siete restantes obispos oficiales ordenados a los que ha readmitido a la plena comunión eclesial. A ellos les ha pedido "gestos concretos y visibles" con los que manifiesten la "restablecida unidad" con la Santa Sede.

Francisco también ha expresado su "sincera admiración", que "es la admiración de toda la Iglesia Católica", por el don de la fidelidad de los católicos chinos, "de constancia en la prueba, de la confianza profundamente arraigada en la Providencia de Dios, incluso cuando ciertos eventos se han demostrado ser particularmente adversos y difíciles".

"Tales experiencias dolorosas pertenecen al tesoro espiritual de la Iglesia en China y de todo el Pueblo de Dios peregrino en la tierra", ha afirmado en relación a la clandestinidad y al clima de persecución en el que hasta ahora vivía la comunidad católica fiel a la Santa Sede.

Asimismo, el Papa ha señalado que el acuerdo es fruto del "largo y complejo" diálogo institucional de la Santa Sede con las autoridades del gobierno chino, que fue "inaugurado por San Juan Pablo II y continuado por el Papa Benedicto XVI".

Finamente, el obispo de Roma se ha mostrado convencido de que el reencuentro entre los católicos chinos sólo será posible si se realiza con diálogo y respeto. Para concluir, ha interpelado a los sacerdotes de China para que sean los principales artífices de este cambio pidiéndoles que superen "las contradicciones del pasado y la búsqueda de intereses personales" y se centren en la "atención a los fieles".

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