MADRID 15 Jul. (EUROPA PRESS) -
El director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts y profesor de Nutrición y Genética en la Sackler School of Biomedical Sciences, Boston (EEUU), José María Ordovás, ha asegurado que no existe el gen de la obesidad, aunque ha reconocido que actualmente ya se conocen 60 genes asociados a esta enfermedad.
El experto se ha pronunciado así durante el curso 'Comer: cocina, nutrición y salud', organizado por la Universidad Complutense de Madrid en San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
"Hubo un momento en que la predisposición a engordar era posiblemente protectora porque facilitaba la supervivencia en épocas de escasez, algo que debió abundar en el pasado. Esto hizo que esos genes ahorradores fueran favorecidos por la evolución quizá por miles de años y eso llevó a que se hicieran más comunes, especialmente en lugares sometidos a hambrunas. Son esos ahorradores energéticos del pasado los que hoy en día se ven más afectados por el riesgo de la obesidad y quizá también de sus consecuencias patológicas", ha apostillado.
Ahora bien, el responsable del área de Salud y Nutrición de Coca-Cola Iberia, Rafael Urrialde, ha comentado que para combatir la obesidad es necesario plantear un nuevo cambio de estrategia que pase por dar prioridad a la actividad física.
LOS ALIMENTOS NO SON MALOS POR SÍ SOLOS
Y es que, durante "mucho tiempo" se ha centrado el foco de manera aislada en la nutrición, pero cada vez hay más evidencias de que los alimentos no son malos por sí solos, ya que todo depende de cuánto se consuma.
"No existen alimentos malos ni buenos, pero es necesario atender al conjunto de la alimentación para lograr que sea variada, moderada y equilibrada, que tenga en cuenta las necesidades de cada persona concreta y todo ello dentro de un estilo de vida saludable con actividad física diaria", ha recalcado.
En este sentido, prosigue, para que una alimentación sea variada, moderada y equilibrada ha de ser suficiente para cubrir las exigencias del organismo y capaz de garantizar los nutrientes necesarios, tanto a nivel fisiológico como a través del equilibrio con el gasto energético producido mediante la actividad física diaria".
"Es necesario incrementar la cantidad de actividad física diaria. Para ello solo con moverse frecuentemente, rompiendo la inactividad cada 30 minutos, sería suficiente. Además, el incremento del sedentarismo y la inactividad física están motivados por los cambios en los estilos de vida de la población, tanto en los patrones alimentarios como de actividad física, en un entorno que favorece cada vez más la vida sedentaria. Lo mejor es mantener la balanza entre la ingesta de energía y la que gastamos con la actividad física diaria", ha zanjado.