MADRID, 12 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los niños con edades comprendidas entre 9 y 12 años y con un grado moderado de actividad física son el único grupo de edad cuyos niveles de ingesta total de energía se adecúan a las últimas recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).
Asimismo, en el caso de los adolescentes, estas recomendaciones sólo se cubren en aproximadamente un 80 por ciento, tal y como ha mostrado el estudio científico 'ANIBES', realizado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) en colaboración con un comité científico de expertos.
Las conclusiones de la investigación han sido presentadas en el simposio 'Balance energético en niños y adolescentes. Resultados y conclusiones del estudio científico ANIBES', que ha tenido lugar en el marco del 63º Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que estos días se celebra en Bilbao.
En la investigación, con una muestra representativa de toda la población española de 2.009 individuos de entre 9 y 75 años, han participado 213 niños y niñas con edades entre 9 y 12 años y 211 chicos y chicas del grupo de edad comprendido entre 13 y 17 años.
En concreto, según los datos del trabajo, la ingesta total de energía de la población infantil de 9 a 12 años es de 1.960 calorías (kcal) al día, con cifras significativamente superiores en los niños (cuya ingesta media es de 2.006 calorías al día) que en niñas (con una ingesta de 1.893 calorías diarias).
"Como se concluye en el estudio, en el caso de la población adolescente con edades comprendidas entre 13 y 17 años, su consumo medio de energía es de 2.018 calorías diarias, es significativamente más elevado en hombres (2.124 calorías al día) que en las mujeres (1.823 calorías al día) al igual que pasa en el grupo de adolescentes", ha comentado el presidente de la FEN e investigador principal, Gregorio Varela-Moreiras.
Asimismo, prosigue, los niños y adolescentes consumen más proteínas que las recomendadas (16% de la ingesta total entre los más pequeños y 16,2% en adolescentes), al igual que grasas (38,9% en niños y 38,1% en adolescentes), pero su consumo de hidratos de carbono es inferior a las recomendaciones, situándose en el 43,8 por ciento en niños y 44,4 por ciento en adolescentes.
Además, el experto ha recordado que los cereales es el grupo de alimentos que mayor energía aporta al grupo de población de niños y adolescentes (30,4% en niños y 31,1% en adolescentes), seguidos de carnes y derivados (15,3% en niños y 16,2% en adolescentes) y aceites y grasas (10,4% en niños y 9,8% en adolescentes).
APLICAR EL CONCEPTO DE BALANCE ENERGÉTICO A LA VIDA
"Conocer el concepto de balance energético, es decir, saber que debemos ingerir la misma cantidad de energía que la que gastamos, y aplicarlo a nuestras vidas es quizá el factor más importante para mantener una buena salud y tratar de prevenir la obesidad. Pero aunque la teoría es fácil, no es tan sencillo llevarla a la práctica, ya que desconocemos en gran medida nuestra alimentación, que cada día es más compleja, lo que dificulta el equilibrio de esta parte de la balanza. En lo que se refiere al gasto energético a través de la actividad física, la información es escasa y no existe una cuantificación adecuada del mismo", ha recalcado el experto.
Dicho esto, la catedrática de Nutrición Deportiva y Fisiología del Ejercicio de la Universidad Politécnica de Madrid, Marcela González-Gross, ha insistido en que cada vez son "más" las evidencias científicas que demuestran que los factores de riesgo de enfermedades crónicas se establecen durante la infancia y la adolescencia.
"La adopción de un estilo de vida saludable es deseable desde edades tempranas y es aquí donde el pediatra juega un papel primordial para incentivar la práctica deportiva desde la infancia", ha explicado, para asegurar que "existe consenso científico que indica que los niños y adolescentes deben practicar al menos una hora de actividad física de moderada a vigorosa al día, es decir, la práctica de algún deporte o actividad de intensidad similar, como saltar, correr, patinar o montar en bicicleta, al menos 5 días a la semana o preferentemente todos los días. Asimismo, las actividades sedentarias no educativas no deben exceder las 2 horas al día".
Finalmente, el presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), Javier Aranceta, ha avisado de que la obesidad en la infancia y adolescencia se sitúa todavía en tasas muy elevadas. Además, prosigue, en estos grupos de población se han podido asociar algunas conductas específicas relacionadas con el balance energético, con la prevalencia de sobrepeso y la obesidad y también se ha comprobado que la prevalencia es más elevada en familias de menor nivel educativo y socioeconómico.
"Son varios los factores que influyen en cuándo, dónde o con qué frecuencia se elige un alimento o una bebida para su consumo y configurar así un patrón de ingesta. También existen factores que inciden directamente sobre cómo o con qué intensidad se realiza una actividad física, o cuánto tiempo se permanece haciendo actividades sedentarias. Todo este complejo abanico configura un sistema de balance energético entre calorías ingresadas y consumidas que debería tender a estar compensado a nivel individual para conseguir un modelo ponderal más adecuado", ha zanjado.