BAEZA (JAÉN), 24 (EUROPA PRESS)
José Liétor Gallego, doctor de Biología de la Universidad de Jaén, ha estimado en torno a los 150 gramos la ingesta de azúcar dentro de la alimentación de un niño, teniendo en cuenta "el pan de molde, el embutido o la lata de refresco" que se suele ingerir en el horario escolar. "Alrededor de 35 gramos es lo que la Organización Mundial de la Salud establece como máximo de manera diaria", ha añadido.
El investigador, que participa con la ponencia 'Seguridad alimentaria, ¿estamos de broma?' en los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en Baeza (Jaén), ha aseverado que se debe a "una mala praxis y a una mala cultura" puesto que él considera el azúcar "como algo negativo en términos cuantitativos, no cualitativos".
No obstante, Liétor Gallego ha repartido la responsabilidad entre "la del propio consumidor, las empresas, las administraciones públicas, la clase política, los centros educativos y los padres", por lo que ha destacado que "el consumidor especialmente" debiera tomar "mayor consideración al ver qué es lo que come" pues "tiene más que perder".
El experto también ha destacado como otro problema además de la cultura general, "la connivencia entre el poder público y las empresas del sector" pues "no se terminan de hacer programas escolares de alimentación correctos", por lo que "persiste la duda de que parece haber un cierto interés en que sea así".
"Lo que se hace al fin y al cabo recae en un profesor o en un instituto que se presta a mejorar de manera rudimentaria prácticamente la cultura alimentaria de los niños", ha asegurado. "La batalla en el hogar está perdida porque la familia es difícil que se siente a hablar de nutrición" aunque, sin embargo, propone "ir a comprar con los niños a la tienda del barrio y enseñarles a mirar la etiqueta y a escoger uno u otro producto" ya que "siendo de salud de lo que hablamos más vale ser crítico que ser inconsciente".
En cuanto a la seguridad alimentaria, Liétor Gallego ha señalado incidencias recientes como los pesticidas que han afectado a huevos en Holanda llamando la atención en que "problemas como estos siguen sucediendo aún teniendo en cuenta que en Europa es donde más controles hay".
En relación a los transgénicos, el biólogo se declara "contrario a ellos en el plano ambiental por la pérdida de biodiversidad y por las consecuencias de contaminación en otras especies", aunque destaca a las autoridades europeas por su actuación "de cortafuegos".
Sin embargo, él mismo ha matizado su postura mostrando su oposición a lo que denomina "transgénicos de diseño para pijos" puesto que, a su juicio, se debe aspirar a "una transgenia que no sea frívola y que pueda ayudar a solucionar problemas como la pobreza" y de la que ha valorado "su positiva aplicación en la insulina".
"Es preferible consumir alimentos naturales que tienen las mismas propiedades que transgénicos que han sido modificados artificialmente", ha asegurado, "aunque ello no tiene por qué significar que sea perjudicial, pero cuanto más natural sea lo que se coma, mejor".