MADRID, 6 May. (EUROPA PRESS) -
Las hijas cuyas madres tomaron fructosa durante la gestación tienen mayores niveles plasmáticos de triglicéridos y ácidos grasos libres y esteatosis hepática, según ha mostrado un grupo de investigación liderado por el profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, Carlos Bocos, y publicado en la revista 'Journal of Nutritional Biochemistry'.
En estudios anteriores, se había encontrado que la ingesta de fructosa en el agua de bebida durante la gestación afectaba de forma negativa a los descendientes macho. Sin embargo, en las ratas hembras procedentes de esas mismas madres, fue necesario un consumo posterior de este tipo de bebidas edulcoradas en la edad adulta para desencadenar una alteración en los lípidos plasmáticos y una acumulación de grasa hepática.
De esta forma, los investigadores comprobaron que estas ratas eran más propensas al desarrollo de estas patologías que las descendientes de madres gestantes que no consumieron fructosa o que consumieron otro tipo de azúcares. Por ello, el estudio ha puesto de manifiesto cómo unos hábitos nutricionales inadecuados durante la gestación pueden tener consecuencias negativas en la progenie, incluso en la edad adulta.
SEÑAL DEFECTUOSA DE LA LEPTINA
"El consumo de bebidas edulcoradas ricas en fructosa ha aumentado de forma considerable en las últimas décadas, de forma paralela a la mayor incidencia de enfermedades tales como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el consumo de bebidas enriquecidas con dicho azúcar no está regulado durante la gestación", ha aseverado Bocos.
De hecho, estudios previos de este grupo de investigación ya detectaron que la ingesta de fructosa (al 10% en el agua de bebida) por la madre durante la gestación produce en la descendencia, en la etapa fetal, una señal defectuosa de la leptina (hormona relacionada con el apetito y la obesidad) y una acumulación de lípidos en el hígado (esteatosis hepática).
Es más, ya de adultos, los descendientes macho mostraron una señal defectuosa de la insulina (situación que se asocia con patologías como la diabetes) y niveles bajos de adiponectina (hormona que sensibiliza los tejidos a la acción de la insulina). "Es sumamente interesante encontrar que, por el contrario, la descendencia hembra procedente de esas mismas madres que habían consumido fructosa durante la gestación no presentaba ninguno de esos desajustes metabólicos encontrados en los machos", ha zanjado el experto.