MADRID, 9 Jul. (EUROPA PRESS) -
La profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya, Anna Bach, ha destacado la necesidad de reducir los impuestos de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales enteros, y aumentarlos en las bebidas azucaradas o alimentos ultraprocesados ricos en calorías y pobres nutricionalmente.
Se trata de unas medidas que, a su juicio, ayudarían a reducir los índices de obesidad y sobrepeso en los niños y jóvenes de 2 a 17 años, ya que el 28 por ciento lo padece y, de ellos, casi la mitad pertenece a familias de bajos recursos.
Y es que, según datos del Instituto Nacional de Estadística, la cifra de hijos con obesidad de trabajadores no cualificados (un 13,1%) dobla la cifra de hijos con obesidad de directores y gerentes de grandes establecimientos y de profesionales tradicionalmente asociados a licenciaturas universitarias (un 4,9%).
Asimismo, según la tesis 'Nivel socioeconómico y obesidad infantil. Hábitos dietéticos en niños europeos', los niños de menor nivel socioeconómico se caracterizan por el consumo más frecuente de alimentos procesados ricos en azúcares, grasas, snacks dulces y salados, y refrescos azucarados. Y por el contrario, consumen menor cantidad de frutas, verduras y productos integrales.
En este sentido, la experta, junto a la también profesora del mismo centro educativo, Alícia Aguilar, ha asegurado que existen muchos factores (genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales) que ejercen una gran influencia sobre las elecciones alimentarias y la actividad física que contribuyen a la obesidad, por ejemplo, vivir en un entorno que promueve un consumo de alimentos densamente energéticos y un estilo de vida sedentario.
Asimismo, han señalado que también influye la educación recibida, la escasez de tiendas con productos frescos alrededor, la falta de parques, y el hecho de vivir en calles muy transitadas o en climas muy extremos y que pueden favorecer que las personas sean menos activas.
LOS FACTORES DE UN AMBIENTE OBESÓGENO
Un artículo publicado por la Asociación Internacional del Estudio de la Obesidad en la revista 'International Journal of Obesity' enumeraba los diferentes factores que condicionaban un ambiente obesógeno. Por ejemplo, en el campo del deporte y el ocio, eran factores condicionantes la falta de instalaciones escolares, pocas áreas urbanas de juego, calles inseguras y el fomento de poca actividad por parte de la familia.
"En los últimos años se ha constatado un descenso en la práctica de la actividad física y un aumento de las actividades sedentarias vinculadas al desarrollo tecnológico. También se ha percibido una reducción en la proporción de niños que van andando o en bicicleta a la escuela y un descenso en las oportunidades que tienen los niños de hacer actividad física espontánea", ha añadido Bach.
Un segundo pilar en el que se fundamenta un ambiente obesógeno es la promoción de alimentos ricos en energía y pobres en el plano nutricional. "La publicidad dirigida a los niños en edad escolar de alimentos y bebidas ricos en energía y pobres nutricionalmente y el tamaño de las raciones contribuyen también al ambiente obesógeno. Se trata de alimentos con 'calorías vacías', porque tienen un alto contenido en grasas saturadas, azúcares simples y un exceso de sal. Se trata de dulces, zumos, refrescos, bollería industrial, helados y aperitivos", ha apostillado la experta.
Todo ello, prosigue, ha favorecido el aumento del consumo de comida rápida y el hecho de estar constantemente picando. De hecho, el 47,1 por ciento de niños de hasta 14 años de madres con estudios primarios y sin estudios consume con frecuencia alimentos hipercalóricos, según se apunta en la Encuesta de salud de Cataluña del año 2016.
Un tercer pilar es el de la familia. En este sentido, Aguilar ha comentado que los niños que tienen padres con sobrepeso, que comen alimentos con un alto contenido calórico y que son inactivos, probablemente se convertirán en niños con sobrepeso y en adultos con sobrepeso.
"Y el último pilar es la educación y la información. En la escuela debería prohibirse la promoción de alimentos altamente energéticos y nutricionalmente pobres dirigidos a los niños, una restricción que ya se ha puesto en marcha en España. En Cataluña, el currículo escolar incluye la educación nutricional, y muchas escuelas organizan ya charlas y actividades sobre alimentación y estilos de vida saludables", han detallado.
Finalmente, las expertas han aconsejado aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal como frutas y verduras, así como legumbres, cereales integrales y frutos secos; limitar la ingesta de azúcares; limitar las horas de sedentarismo de los niños y fomentar desplazamientos a pie o en bicicleta a la escuela; hacer actividad física sobre todo en niñas a partir de los 11 o 12 años, edad en la que muchas dejan de hacer deporte; dormir suficientes horas, y hacer comidas en familia. De hecho, las profesoras explican que tanto la familia como la escuela desempeñan un papel importante en la adopción de hábitos saludables.