MADRID, 28 Abr. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación ha proporcionado la primera evidencia experimental de que la dieta mediterránea protege contra el aumento en el consumo de calorías, la obesidad y la prediabetes en comparación con una dieta occidental.
Científicos de la Escuela de Medicina Wake Forest, en Winston-Salem (Estados Unidos) han descubierto que los primates no humanos con una dieta mediterránea optaron por no comer toda la comida disponible y mantuvieron un peso normal. "En comparación, los animales con una dieta occidental comieron mucho más de lo que necesitaban y aumentaron de peso", explica la investigadora principal del estudio, Carol A. Shively, profesora de patología en la Escuela de Medicina Wake Forest.
Esta investigación, publicado en la revista 'Obesity', es el primer ensayo preclínico para medir los efectos del consumo a largo plazo de una dieta occidental frente a la mediterránea en enfermedades relacionadas con la obesidad en condiciones experimentales controladas, explica Shively.
La investigación anterior sobre los efectos del tipo de dieta en la ingesta calórica se basó en gran medida en estudios de población humana que se basaron en la ingesta de alimentos autoinformada, que a menudo no es confiable, o estudios de roedores con dietas de tipo no humano.
El estudio de la Escuela de Medicina Wake Forest fue un ensayo de prevención de 38 meses (equivalente a unos 9 años para los humanos). Las dietas fueron formuladas para reflejar con fidelidad las dietas humanas con proteínas y grasas derivadas en gran parte de fuentes animales en la dieta occidental y principalmente de fuentes vegetales en la dieta mediterránea. Sin embargo, las dos dietas contenían proporciones comparables de grasa, proteínas y carbohidratos.
Hubo 38 mujeres de mediana edad en el estudio que se asignaron al azar a la dieta mediterránea u occidental. A ambos grupos se les asignó el peso de referencia y la grasa corporal y se les permitió comer todo lo que quisieron durante el estudio. "Lo que encontramos fue que el grupo de la dieta mediterránea en realidad comía menos calorías, tenía menos peso corporal y menos grasa corporal que los de la dieta occidental", revela Shively.
La dieta mediterránea también protege contra el hígado graso no alcohólico, que puede causar cirrosis hepática y cáncer de hígado, y requerir un trasplante. La obesidad es una de sus principales causas. Para 2030, se espera que un tercio de los adultos norteamericanos tengan la enfermedad, y es la razón de más rápido crecimiento para los trasplantes de hígado en adultos jóvenes en los Estados Unidos.
"La composición de la dieta es un contribuyente de importancia crítica para la salud pública y, desafortunadamente, las personas con mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con este problema también tienen las dietas de peor calidad", alerta la investigadora.
"La dieta occidental fue desarrollada y promovida por compañías que quieren que comamos su comida, por lo que la hacen muy apetecible y la consumimos en exceso. Comer una dieta mediterránea debe permitir que las personas disfruten de su comida y no coman en exceso -- concluye--. Esperamos que nuestros hallazgos estimulen a las personas a comer alimentos más saludables que también sean agradables y que mejoren la salud humana".