MADRID 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
El interés por las dietas bajas en carbohidratos sigue creciendo en todo el mundo. De hecho, la popularidad de estas dietas bajas ha duplicado entre los consumidores estadounidenses durante la última década. Sin embargo, a pesar de la popularidad del patrón alimentario, persiste la confusión sobre qué se considera exactamente un estilo de vida bajo en carbohidratos.
Ahora, una revisión de alcance de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts (EEUU), publicada en 'Critical Reviews in Food Science and Nutrition' arroja nueva luz sobre el tema y sugiere que se está generando un consenso científico en torno al término. De los más de 500 ensayos clínicos revisados, la mayoría definió una dieta baja en carbohidratos como limitar la ingesta de carbohidratos al 30% o menos del total de calorías o comer menos de 100 gramos de carbohidratos al día. La revisión incluyó resultados de un total de 508 estudios clínicos publicados entre 2002 y 2022, más de la mitad de los cuales fueron ensayos controlados aleatorios y casi un tercio fueron financiados por el gobierno.
"El gran volumen de ensayos clínicos sobre dietas bajas en carbohidratos publicados durante las últimas dos décadas fue sorprendente. Cualquier percepción de que existe una falta de evidencia científica sobre patrones de alimentación bajos en carbohidratos, o incluso una falta de evidencia financiada por el gobierno al respecto, claramente no está respaldada por los datos", señala el investigador principal, el doctor Taylor Wallace.
La revisión también encontró que 152 de los estudios incluidos en el análisis fueron diseñados para evaluar el efecto de una dieta baja en carbohidratos sobre el peso o la composición corporal. En particular, estos estudios a menudo se excluyen de la consideración en varios procesos federales de revisión de evidencia nutricional, como las actualizaciones de las pautas de ingesta dietética de referencia (DRI) para carbohidratos y las pautas dietéticas para la evaluación de patrones dietéticos bajos en carbohidratos de los estadounidenses.
Estas pautas sirven como base para numerosas actividades de salud pública y nutrición, incluido el etiquetado de alimentos y nutrición, programas federales de nutrición, asesoramiento a pacientes e iniciativas de educación en salud pública. Además, los investigadores observaron lagunas clave en la literatura publicada.
Aunque la mayoría de los estudios clasificaron las dietas bajas en carbohidratos como consumir el 30% o menos del total de calorías provenientes de carbohidratos o limitar la ingesta de carbohidratos a menos de 100 gramos por día, los hallazgos también revelaron discrepancias.
De los estudios que utilizaron el porcentaje de calorías totales como parámetro para definir una dieta baja en carbohidratos, los porcentajes oscilaron entre cero y 50% del total de calorías provenientes de carbohidratos. Y, de los estudios que definen "bajo en carbohidratos" según la cantidad de gramos de carbohidratos consumidos diariamente, muchos utilizaron umbrales muy por debajo de los 100 gramos por día.
"Dado que tanto los consumidores como los funcionarios de salud pública están interesados en comprender los beneficios potenciales de los patrones de alimentación bajos en carbohidratos, llegar a una definición de consenso estandarizada no es negociable y se necesita con urgencia", señala Wallace. Los investigadores señalan que las revisiones sistemáticas y las metarregresiones de dosis-respuesta que utilizan datos a nivel de paciente sobre la ingesta de carbohidratos, los marcadores de estado y la salud son los próximos pasos clave para informar una definición clara, consistente y ampliamente adoptada del término "bajo en carbohidratos".