Las comidas grasientas "silencian" la comunicación del intestino con el cuerpo

Intestinos, colon
Intestinos, colon - GETTY/SEBASTIAN KAULITZKI - Archivo
Publicado: jueves, 19 diciembre 2019 11:27

   MADRID, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Una comida rica en grasas puede silenciar la comunicación entre el intestino y el resto del cuerpo, de acuerdo con un reciente estudio de la Universidad de Duke (Estados Unidos) realizado en peces zebra, que tenía como objetivo ahondar en el proceso que siguen las células que comunican lo que ocurre dentro del intestino después de una comida al cerebro y al resto del cuerpo.

   Las células que ellos estaban observando son las células enterodócrinas, que se hallan de forma escasa en el interior del tubo digestivo, pero que juegan un papel clave en la señalización del cuerpo sobre todo el canal de alimentación. Además, estas también tienen una conexión directa con el sistema nervioso y con el cerebro.

   Así, las células enterodócrinas producen al menos 15 hormonas diferentes para enviar señales al resto del cuerpo sobre el movimiento del intestino, la sensación de saciedad, la digestión, la absorción de nutrientes, la sensibilidad de insulina y el almacenamiento de energía.

   Sin embargo, estas células "se duermen" durante varias horas después de una comida copiosa, y aún no se sabe "si eso es bueno o malo", ha afirmado el profesor de genética molecular y microbiología de la Universidad de Duke, John Rawls.

   En la medida en que las células enteroendócrinas son esenciales en el proceso digestivo y se relacionan con la sensación de saciedad, este silencio podría ser un mecanismo que provoque que las personas que siguen una dieta alta en grasas quieran comer incluso más cantidad al no sentirse plenos.

   "Esto es una parte inapreciable del ciclo postpandrial", ha expresado Rawls, y añade que, si esto ocurre cada vez que se ingiere comida poco saludable, "podría provocar un cambio en la señalización de la insulina, provocando el desarrollo de diabetes de tipo 2.

   Para entender mejor este "silencio", los investigadores trataron de romper el proceso, paso a paso, en los peces cebra. Después de que estos ingierieron comida, las células enteroendócrinas provocaron una explosión en cuestión de segundos, comenzando el proceso de señalización. Pero después de la señal inicial, observaron un efecto de eliminación en el periodo de después de comer. Es en este momento cuando tiene lugar la interrupción de la comunicación.

   En este sentido, las células silenciadas cambian su forma y experimentan estrés en el retículo endoplasmático, una estructura que recopila nuevas proteínas. Parece que estas células enteroendócrinas, que están especializadas en sintetizar y segregar proteínas como hormonas y neurotransmisores, se sobreestimulan y quedan exhaustas durante un rato.

   Más tarde, el equipo científico probó la dieta alta en grasas en una línea de peces zebras libres de microbios, criados en ausencia de bacterias, y encontraron que no experimentaban el mismo efecto de silencio o interrupción, por lo que el equipo comenzó a buscar microbios en el intestino que pudieran estar involucrados en dicho proceso.

LA ACINETOBACTER, IMPLICADA EN EL PROCESO

   Una vez registraron todos los tipos de bacterias que se encuentran en el intestino, observaron que esta falta de comunicación parecía ligarse a un solo tipo de bacteria, la llamada 'Acinetobacter'. Estos microbios normalmente son menos del 0,1 por ciento del total de las bacterias del intestino, pero se incrementaron después de una comida con altas cantidades de grasas y eran las únicas bacterias capaces de inducir el "silencio".

   "Después de estos hallazgos, el cometido es entender cómo la 'Acinetobacter' evoca esta respuesta tan interesante", ha anunciado la autora del proyecto, Lihua Ye. Con todo, no descartan que haya otras bacterias implicadas que tengan la misma capacidad.

   Aún no se sabe con seguridad la causa del silencio, ni si hay algún efecto positivo en el pez. Podría ser una manera de prevenir la señalización excesiva sobre la grasa, pero, derivado de este silencio, un riesgo podría ser que las células tampoco comuniquen ningún tipo de información más.

   "No entendemos todavía cuál sería el impacto a largo plazo del silencio de las células enteroendócrinas sobre el metabolismo, pero podría ser una respuesta a la alimentación alta en grasas que impide las funciones regulatorias normales de estas células, llevando a trastornos metabólicos como la resistencia a la insulina", ha explicado.

   No obstante, también ha añadido que existe la posibilidad de que "el silencio sea un tipo de adaptación beneficiosa para proteger al animal de la sobreestimulación de las células del intestino".