MADRID, 12 Jun. (EUROPA PRESS) -
Recientemente se han incorporado a la cesta de la compra los conocidos como 'superalimentos', que son aquellos que suponen tener una serie de beneficios muy variados, sin embargo, debido a sus precios, resulta complicado incorporarlos en las dietas de muchas familias, a pesar de que la alimentación saludable no debería estar nunca ligada a las capacidades económicas, según la enfermera y experta en alimentación Margarita Roldán.
Por ello, la especialista ha destacado que la clave es que se elaboren menús "muy sanos y equilibrados" por muy poco dinero, ya que "se puede comer igual de saludable con los 'superalimentos' que con sustitutivos más asequibles y con un valor nutricional parecido, para así evitar modas que, normalmente, es lo que encarece la cesta de la compra".
Roldán ha desmitificado algunas imágenes que se han creado alrededor de estos alimentos, como bayas de acai o de goji, el alga Klamath, el té matcha, la raíz de maca, el baobab o la quinoa, durante el XXVII Congreso Regional de la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria (SOCAMFYC), que se ha celebrado el pasado 10 de junio.
Entre estos mitos se encuentra la idea de que los 'superalimentos' son 'anticáncer', ya que a pesar de que algunos de estos productos sí tienen propiedades para prevenirlo, e incluso hay dietas que ayudan a superarlo cuando se presenta, este tipo de alimentos "no existen", tal y como ha enfatizado la enfermera.
Los 'superalimentos' "son sanos y beneficiosos, pero desde luego no son ni un producto milagro ni la solución a los problemas de salud de una persona que junto a ellos no lleve, sistemáticamente, una dieta saludable", ha añadido Roldán, basándose en estudios científicos de la Universidad de Harvard o la Asociación Americana Anticáncer.
CAMBIO A PEOR
La especialista también ha insistido en que la ciudadanía está propiciando, con el cambio "a peor" de sus hábitos alimenticios, una mayor incidencia de enfermedades como el cáncer de piel, de colon, de mama e incluso de pulmón.
"En los últimos 50 años hemos pasado de la dieta mediterránea que utilizaban nuestros abuelos, basada en las legumbres, verduras o frutas, al 'boom' de la comida rápida y la comida precocinada, en la que abundan las grasas saturadas y la sal, principalmente, además del hecho de que se consumen gran cantidad de calorías muy rápidamente e incluso en porciones pequeñas", ha explicado la experta.
"Si a estas dietas aceleradas y excesivas les sumamos el tabaco, la falta de ejercicio físico, es entendible que se haya disparado no solo la prevalencia del cáncer sino también de padecer un infarto, un ictus o cualquier enfermedad de tipo aterovascular", ha concluido.