MADRID 27 Oct. (EUROPA PRESS) -
La cantidad y calidad del agua en la etapa infantil tiene la "misma importancia" que la alimentación equilibrada y saludable, según ha informado el presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), Javier Aranceta, en una ponencia sobre hidratación y salud en el niño, patrocinada por Solán de Cabras y celebrada en el 28º congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap).
"La composición ideal del agua en el primer año de vida debe ser menor de 25 mg/l de sodio en los seis primeros meses de vida e inferior a 50 mg/l a partir de entonces. En el caso del calcio, la cantidad recomendada es de entre 25-100 mg/l y en del flúor, menos de 0,3 mg/l en el primer año y menos de 1 mg/l el resto de la infancia. En cuanto a los nitratos, se aconsejan menos de 25 mg/l", ha apostillado.
Asimismo, prosigue, en niños menores de un año se recomienda el uso de agua mineral natural para preparar los biberones, ya que no necesita ser hervida gracias a su calidad original y a la ausencia de tratamientos químicos y microbiológicos con efectos residuales. "Hervir el agua de grifo puede ser una alternativa, aunque si se hace durante 10 minutos la concentración de sodio puede aumentar 2,5 veces y la de nitratos 2,4, con el riesgo consiguiente de sobrepasar los límites de sodio recomendado y favorecer así la metahemoglobinemia", ha añadido.
Y es que, tal y como ha asegurado Aranceta, el consumo de agua en edad pediátrica, al no contener energía, ayuda a aumentar la sensación de plenitud y saciedad si se ingiere con las comidas, desplazando el consumo de otras bebidas menos recomendables, como los zumos envasados, néctares, batidos y refrescos carbonatados. Además, prosigue, produce una mayor termogénesis y tiene una respuesta fisiológica renal adecuada, lo que podría contribuir a la prevención del sobrepeso y de las alteraciones en el metabolismo de la glucosa.
EL 75% DEL PESO CORPORAL DEL NIÑO ES AGUA
Dicho esto, el experto ha informado de que en el nacimiento, el contenido total corporal de agua alcanza el 75 por ciento de peso corporal, un porcentaje que disminuye en el primer año de vida hasta el 60 por ciento, cifra que se mantiene en la edad adulta.
También la distribución de agua en el organismo cambia de manera considerable durante la infancia ya que, mientras que en el recién nacido, la cantidad de agua en el espacio extracelular respecto al peso corporal total es del 45 por ciento, la mayor que en cualquier otra etapa de la vida, en los adultos es el 20 por ciento y sólo se alcanza a partir de los tres años.
"Por estos motivos, el riesgo de deshidratación está más presente en los primeros años del niño en comparación con los adultos, con mayor frecuencia y una mayor rapidez si no se controla el balance hídrico adecuado", ha advertido, para destacar la importancia de mantener el balance acuoso, que es aquel que se establece entre la ingesta de agua y las pérdidas totales de agua, en las que se suman las pérdidas insensibles, la excretada por heces y por el riñón y el agua que se precisa para formar nuevos tejidos.
Por este motivo, Aranceta ha recalcado que el pediatra debe tener en cuenta que estas pérdidas insensibles aumentan de manera considerable durante la hiperventilación, la sudoración profusa, estados febriles o cuando se producen condiciones ambientales de baja humedad y elevada temperatura.
Otros condicionantes que aumentan las necesidades hídricas son, según ha analizado, la alimentación con fórmula adaptada, la diarrea y los vómitos, los síndromes malabsortivos, la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad aguda febril y los síndromes endocrinológicos como la diabetes mellitus, diabetes insípida y síndrome adrenocortical congénito, sin olvidar la actividad física intensa y los golpes de calor.
"Por todo ello, el pediatra, en su consulta, debería considerar y promover el mantenimiento de un buen estado de hidratación como uno de los hábitos saludables de la población infantil: a los niños, como parte de su educación nutricional, se les debería enseñar cuánto y cómo beber de manera sana, dándoles la posibilidad de beber agua a lo largo del día. Del mismo modo y tal como han recomendado las sociedades médicas del ámbito infantil, los padres deberían tener en cuenta que el agua y la leche son bebidas fundamentales en el niño y en el adolescente", ha zanjado.