Asocian trastornos de conducta alimentaria a problemas de velocidad de procesamiento y control de distracciones

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Archivo - Anorectic girl and water - KATARZYNABIALASIEWICZ - Archivo
Publicado: jueves, 20 octubre 2022 13:26

MADRID, 20 Oct. (EUROPA PRESS) -

Un estudio multiinstitucional en el que participa el Hospital Clínico San Carlos y de la Universidad Complutense de Madrid, junto con otros hospitales y universidades españolas, así como del CIBERSAM, asocia trastornos de conducta alimentaria (TCA) en mujeres con déficits en funciones neuropsicológicas, en concreto funciones ejecutivas como la capacidad para adaptarse al cambio de tareas, la velocidad de procesamiento o el control de distracciones.

"Aunque para poder realizar afirmaciones definitivas hace falta más investigación en esta línea, el haber encontrado déficits en ciertas funciones ejecutivas señala que éstas deben ser evaluadas en pacientes con TCA", señala Andrés Pemau, investigador del Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la UCM.

Además, añade el investigador, "pueden diseñarse tratamientos que las tengan en cuenta como parte del trabajo sobre distintas áreas de funcionamiento afectadas".

Para llevar a cabo el estudio, que ha sido trabajo publicado en 'Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry', se contó con una muestra hospitalaria de 75 mujeres que sufrían un TCA y 37 mujeres sanas. Todas respondieron una serie de cuestionarios sobre distintos aspectos de psicopatología (ansiedad, depresión, impulsividad...) así como distintas pruebas neuropsicológicas (midiendo funciones ejecutivas principalmente).

A su vez, el grupo de pacientes se dividió según su perfil de control de peso, es decir, si restringían la ingesta o purgaban tras las comidas, sin atender al diagnóstico. Finalmente, se realizaron correlaciones entre la sintomatología clínica y los test neuropsicológicos para comprobar hasta qué punto la gravedad de síntomas se asociaba con los déficits observados.

Esta diferenciación les permitió concluir que el déficit de las funciones ejecutivas no depende de los perfiles clínicos, sino de la gravedad de la sintomatología general.

Entre los retos que se plantean los investigadores en los próximos pasos están ampliar la muestra en tamaño y género, así como hacer el estudio longitudinal, es decir, comprobar hasta qué punto las dificultades en función ejecutiva son causa o consecuencia de las conductas relativas a la alimentación.