MADRID, 7 Mar. (EDIZIONES) -
Los consumidores no siempre tienen clara la información de las etiquetas nutricionales, ni tampoco cómo interpretarlas, por lo que son muy importantes todas las ayudas al respecto que podamos hacer llegar.
El etiquetado nutricional recogido en las etiquetas de los alimentos muestra datos importantes para los consumidores, en primer lugar el valor calórico o valor energético que aporta al organismo ese alimento, expresado en KJ (kilojulios) y en Kcal (kilocalorías), es decir, las calorías (la energía) que obtiene nuestro organismo al ingerir un alimento.
En segundo lugar, la composición de determinados grupos de nutrientes (grasas totales y saturadas, hidratos de carbono y azúcares, proteínas y sal). "Todo ello es importante para que nuestra dieta sea lo más saludable posible y podamos evitar o reducir la probabilidad de aparición de enfermedades relacionadas con la alimentación, como la obesidad, o la hipertensión, por ejemplo", explica Iñaki Larrea, secretario de la Sociedad Española de Seguridad Alimentaria (SESAL).
Según indica, los alimentos están compuestos por diversos tipos de nutrientes, como los carbohidratos, las grasas, las proteínas, los minerales, o el agua, entre otros. A su vez, dentro del grupo de los carbohidratos, dice que estarían los almidones, los azúcares y la fibra. Anteriormente, señala que el etiquetado nutricional se presentaba mostrando estos grupos pero, a raíz de la entrada en vigor del Reglamento 1169/2011, se exige más concreción por ejemplo indicando no sólo los carbohidratos, sino también los azúcares.
CÓMO SABER CUÁNDO UN ALIMENTO ES MÁS SANO
Entre los alimentos que encontramos en el mercado, Larrea subraya que hay mucha diversidad respecto a sus composiciones nutricionales, de forma que hay alimentos más sanos, y otros que no por sus contenidos en grasas, azúcares, o sal, por ejemplo, y que debemos controlar (moderar) su consumo y no sobrepasar unas ciertas frecuencias.
"El etiquetado nutricional nos aporta esta información, con la que poder ir haciendo una dieta lo más saludable posible, o conociendo qué alimentos contienen ciertos nutrientes con los que debemos tener cuidado y no excedernos en su consumo", subraya el especialista en tecnología de los alimentos y miembro de la consultoría de seguridad alimentaria ADESA.
Así, explica que el etiquetado nutricional se expresa siempre por 100 gramos o por 100 mililitros, según sea un alimento sólido o líquido. Además, precisa que hay varios datos que son obligatorios: valor energético, cantidad de grasas, cantidad de ácidos grasos saturados, cantidad de hidratos de carbono, cantidad de azúcares, cantidad de proteínas y cantidad de sal.
"El valor energético es un dato de las calorías que contiene un alimento, y se obtiene calculando las calorías que a su vez aporta cada uno de los nutrientes presentes en un alimento. Cada nutriente aporta una cantidad determinada de calorías, y existen unos valores de referencia en este sentido: los hidratos de carbono (salvo los polialcoholes), y las proteínas aportan 4 Kcal por gramo, las grasas 9 Kcal/gr., y la fibra alimentaria 2 Kcal/gr. Sabiendo por tanto la cantidad de cada nutriente podemos calcular el valor calórico de un alimento", añade.
A juicio del secretario de SESAL, este dato es importante porque es una medida de la cantidad de energía que conseguimos al consumir ese alimento. "De esta forma podemos moderar el consumo de alimentos muy calóricos, de forma que nuestra dieta no sea por tanto hipercalórica, lo cual puede derivar en problemas de salud como el sobrepeso o la obesidad", añade.
Además de esta información (obligatoria), dice que los envasadores pueden aportar otros datos de forma voluntaria, como por ejemplo los ácidos grasos mono y poliinsaturados, la fibra, y ciertas vitaminas y minerales, pero para ello deben estar presentes en el listado recogido en el Anexo XIII del Reglamento 1169/2011 de Información al Consumidor.
"Para poder interpretar esta información nutricional, y que el consumidor pueda comprender mejor los datos recogidos en las etiquetas, hay que tener en cuenta que ha habido confusión con los valores, ingestas, o siglas por ejemplo, así que para no liar más al consumidor, lo importante es tener en cuenta que hay un valor de referencia básico, que es la ingesta de referencia", precisa el experto.
De hecho, concreta que este dato aparece recogido de forma oficial en el Reglamento 1169/2011 de Información al consumidor, donde aparecen las siguientes ingestas de referencia: valor calórico 2000 Kcal., grasa total 70 gr., ácidos grasos saturados 20 gr., hidratos de carbono 260 gr., azúcares 90 gr., proteínas 50 gr., y sal 6 gr. "Ésas son las cantidades que debe ingerir un consumidor medio a diario. Y con ese dato, los fabricantes indican de forma voluntaria y complementaria a los datos obligatorios, el porcentaje de esa ingesta de referencia que obtenemos cuando consumimos ese alimento", apostilla.
LA IMPORTANCIA DE LA CONSERVACIÓN Y LA CADUCIDAD
En las etiquetas, Larrea destaca también que no sólo debemos tener en cuenta la información nutricional, ya que hay más datos importantes, como por ejemplo, la forma de conservación, las fechas de caducidad o de consumo preferente, la relación de ingredientes, la forma de consumo, o el peso, por ejemplo.
"Dos de los datos más importantes en este sentido son las condiciones de conservación y las fechas de caducidad o de consumo preferente. El fabricante es el que mejor conoce estos datos, y es su responsabilidad hacer llegar al consumidor esa información, para que pueda ser tenido en cuenta", advierte.
A su vez, el secretario de SESAL indica que las condiciones de conservación indican la temperatura a la que debemos conservar un alimento. "Conservar entre 0 y 4 ºC, conservar a temperatura inferior a -18 ºC, conservar a temperatura superior a 65 ºC, o conservar en lugar fresco y seco, son las leyendas que podemos observar en cualquier alimento envasado. El fabricante debe determinar cuál de ellas es la mejor para cada alimento, lo cual dependerá de criterios como la composición del alimento, el tratamiento al que haya sido sometido, el pH, entre otros factores", agrega el secretario de SESAL.
Es más, subraya que las fechas de caducidad o de consumo preferente indican el tiempo durante el cual podemos conservar un alimento. "Ambos datos hablan sobre lo mismo, pero no son exactamente iguales. La fecha de caducidad indica un día a partir del cual el alimento ya no sería apto para el consumo. Mientras, la fecha de consumo preferente se emplea normalmente para productos de una vida útil mayor o que no precisan unas condiciones de conservación tan exigentes como los alimentos frescos, y expresa la fecha a partir del cual el alimento empezará a perder sus cualidades organolépticas (sensoriales), pero sin tener porqué afectar a la seguridad del producto. El fabricante nos indica con ello que es mejor que consumamos el alimento dentro de esa fecha", precisa el experto en tecnología de los alimentos.