MADRID, 20 May. (EUROPA PRESS) -
El 45 por ciento de las personas mayores que viven en sus domicilios no realiza una dieta saludable, lo que explica que cerca del 35 por ciento de la población anciana que vive en casa está en riesgo nutricional, y que un 7 por ciento esté desnutrido. Por ello el envejecimiento se asocia a un riesgo hasta 3 veces mayor de presentar desnutrición.
MAYOR RIESGO DE DESNUTRICIÓN
En un anciano, un estado nutricional insuficiente se asocia a complicaciones potencialmente severas que afectarán a su calidad de vida. Cuando la dieta no cubre las necesidades de energía, proteínas y otros nutrientes se desarrolla una situación de riesgo nutricional con pérdida involuntaria de peso. Ésta deriva, finalmente, en un cuadro que genera efectos adversos medibles que implican alteraciones funcionales o clínicas, y que pueden cursar con empeoramiento de enfermedades crónicas y afectación de su calidad de vida.
Además, los requerimientos nutricionales de las personas mayores son mucho más exigentes de lo que puede parecer. A igual peso corporal, un anciano necesita un 25 por ciento más de proteína que un adulto.
Por otro lado, los problemas de salud asociados a la edad como la falta de piezas dentales, la disminución del gusto y el olfato, o la saciedad precoz conllevan que un elevado porcentaje de personas mayores no cumpla la ingesta proteica recomendada. De hecho, cuando la cantidad óptima no se alcanza, las consecuencias son múltiples: riesgo de pérdida de masa muscular -deterioro funcional y dependencia-, alteraciones en la función inmune -riesgo de infecciones-, mala cicatrización de heridas, etc.
Asimismo, la desnutrición relacionada con la enfermedad constituye un problema sanitario de elevada prevalencia y altos costes. Afecta a unos 30 millones de personas en Europa y conlleva un coste asociado de unos 170.000 millones de euros anuales. En España, según los datos del estudio 'Predyces', el 23 por ciento de los pacientes ingresados en los hospitales está en riesgo de desnutrición.
De hecho, como resultado de la prevalencia de desnutrición relacionada con la enfermedad y del uso de recursos sanitarios asociados a la misma, el Sistema Nacional de Salud español afronta un coste superior a los 1.100 millones de euros al año.