MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -
Aproximadamente el 20 por ciento de la población presenta disfagia, esto es, la dificultad para tragar, que conlleva que una persona requiera más tiempo y más esfuerzo para conseguir dirigir los alimentos desde la boca al estómago, lo que lo covierte en un trastorno "relativamente frecuente", según la otorrinolaringóloga Paloma Pinacho Martínez.
Según la especialista, hay algunos colectivos de pacientes con especial riesgo para padecerla, como son los ancianos, los pacientes con cánceres de cabeza y cuello (laringe, faringe, oral), los enfermos ingresados y las personas con enfermedades neurodegerativas (especialmente neuromusculares).
Los síntomas pueden ser muy variados y pueden coexistir, dependiendo de la causa de la disfagia. Tal y como enumera la doctora Pinacho, estos son el babeo, la sensación de "atasco" de los alimentos, el residuo bucal, además de estornudos, fetidez, regurgitación nasal, sensación de cuerpo extraño en la garganta, carraspera, vómitos, regurgitación, mal aliento
tos, voz húmeda atragantamiento y cianosis.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Según la experta del Hospital Nuestra Señora del Rosario, para un correcto diagnóstico es necesario un completo interrogatorio en la consulta, así como una exploración otorrinolaringológica detallada, incluyendo la exploración fribroscópica de la faringe y la laringe.
En cuanto a las pruebas complementarias, en ocasiones puede ser necesaria una radiografía de tórax (si se sospecha neumonía aspirativa asociada), tránsito esofagogastroduodenal o manometría esofágica.
Asimismo, las pruebas de elección para el diagnóstico son la videofluoroscopia y la videoendoscopia de la deglución. "La videoendoscopia de la deglución evita la irradiación y es más accesible, ya que se realiza en la consulta de Otorrinolaringología, explorando la faringe y la laringe con un endoscopio flexible mientras se ingieren líquidos y sólidos de distintas texturas", ha concluido la especialista.