MADRID, 7 Dic. (EUROPA PRESS) -
El problema del sobrepeso y la obesidad infantil ha ido en aumento en los últimos años, hecho que ha estado influenciado por el 'modus operandi' que los progenitores tienen a la hora de dar de comer a los niños. Esta es una conducta caracterizada por la falta de conocimiento o información para cambiar los hábitos alimentarios inadecuados.
En este sentido, muchos padres caen en la pasividad ante la existencia o riesgo de sobrepeso, lo que contribuye a que los menores se conviertan en adultos obesos, multiplicando las posibilidades de que padezcan enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, problemas espiratorios e inflamatorios o patologías osteoarticulares.
El estilo de vida actual, marcado por las prisas y la falta de tiempo, contribuye a que los padres encuentren más dificultades para elaborar menús equilibrados o sentarse a la mesa con sus hijos, un aspecto crucial para inculcar buenos hábitos nutricionales a los más pequeños. En este sentido, el experto médico de Cinfa, Julio Maset, ofrece las 10 claves a tener en cuenta para que los niños se alimenten bien.
- Recuperar la dieta mediterránea, en la que se incluyen todos los componentes necesarios para un correcto crecimiento, gracias a alimentos de gran calidad nutricional como el aceite de oliva, pescado, legumbres, cereales, lácteos, huevos, frutas, verduras, yogur y frutos secos.
- Asegurarse de que los hijos coman cinco veces al día, para que la distribución de la ingesta de calorías sea la óptima, repartiéndose entre desayuno completo, almuerzo de media mañana, comida, merienda y cena a una hora temprana. De esta manera se evita, además, el picoteo entre horas.
- Tener como referencia la pirámide alimentaria, un instrumento muy útil a la hora de conocer las raciones de los alimentos y la frecuencia con la que los niños han de tomarlos. Se pueden hacer prácticas didácticas, como diseñar una propia para los menús de la semana, cumpliendo los criterios que marca e involucrando al menor en su propia alimentación.
- Evitar los alimentos que no alimentan, además, estos suelen ser los que más engordan. El consumo de fritos, bollería, dulces y 'snacks' debe constituir una excepción, pues no aportan apenas micronutrientes y contienen excesivos azúcares, grasas saturadas y sal.
- Comer en familia, organizando los horarios para poder comer juntos, al menos, una vez al día y aprovechando ese momento de reunión para charlar, compartir las experiencias del día, bromear y hacer planes.
- En la mesa, adiós al móvil y a la televisión, la atención de niños y progenitores debe centrarse en la comida y en quienes se sientan a la mesa. Los dispositivos tecnológicos interrumpen o anulan la conversación familiar.
- Hacer la compra juntos, implicándoles en la elaboración de la lista e interpretación de las etiquetas, comentando con ellos los valores nutricionales de los productos.
- Preparar los alimentos de maneras diversas e implicación en la cocina. Alternar asados, hervidos, a la plancha, guisados o incluso crudos en gazpachos y ensaladas garantizará que la comida se convierta en un hábito variado y estimulante, educando su paladar en cuanto a sabores. Además, enseñarles técnicas culinarias sencillas o divertidas ayuda a que aprendan más sobre lo que comen.
- Educar en el movimiento, animar a los aniños a realizar ejercicio y a reducir el número de horas que pasan frente a la televisión o los videojuegos siempre es un hábito saludable.
- Dormir más de diez horas diarias, tal y como las sociedades científicas recomiendan para los escolares de entre 6 y 12 años. En este sentido, cenar a una hora temprana ayuda a que el sueño sea más profundo y reparador.