MADRID, 14 Dic. (EUROPA PRESS) -
La respuesta inmunitaria a largo plazo de las vacunas contra la COVID-19 es similar en embarazadas que en no embarazadas en edad reproductiva, según un estudio realizado por investigadores de Weill Cornell Medicine y NewYork-Presbyterian (Estados Unidos).
Los resultados, publicados en la revista científica 'American Journal of Obstetrics & Gynecology MFM', refuerzan las recomendaciones actuales de vacunación contra el SARS-CoV-2 en cualquier momento del embarazo, incluidas las dosis de refuerzo tras la serie inicial de dos dosis, para ayudar a proteger a las embarazadas de la COVID-19 grave.
Los investigadores también descubrieron que la vacunación durante el embarazo transfería la protección a los fetos, un beneficio esencial ya que los bebés deben tener al menos seis meses de edad para recibir la primera vacuna contra la COVID-19.
"Nosotros y otros autores hemos demostrado que la vacunación con ARNm produce una respuesta inmunitaria inicial potente en las embarazadas, pero la protección a largo plazo no estaba clara. Creemos que nuestro estudio es único porque evalúa longitudinalmente la inmunidad a más largo plazo en personas embarazadas y no embarazadas hasta 10 meses después de las dos primeras vacunas con ARNm del SARS-CoV-2", ha comentado Yawei Jenny Yang, coautora principal del estudio.
Para su estudio, que implicó una amplia colaboración entre múltiples departamentos, el doctor Yang y sus colegas recolectaron y analizaron muestras de sangre de 53 personas embarazadas y 21 no embarazadas que recibían atención en Weill Cornell Medicine y que recibieron sus dos primeras dosis de la vacuna contra el ARNm del SARS-CoV-2 de Pfizer o Moderna entre diciembre de 2020 y junio de 2021.
Las vacunas estaban dirigidas a la cepa original de Wuhan, y ningún participante del estudio había tenido COVID-19. Los investigadores recogieron sangre en el momento de la primera y segunda dosis de la vacuna, dos semanas después de la segunda dosis y a intervalos regulares durante 42 semanas.
Los investigadores descubrieron que la vacunación dio lugar a niveles elevados de anticuerpos de inmunoglobulina G (IgG) específicos de la proteína espiga del SARS-CoV-2, denominados anticuerpos IgG antipunta, los anticuerpos más abundantes, potentes y duraderos que produce el sistema inmunitario tras la vacunación con ARNm. Los anticuerpos se unen al virus y lo atacan directamente o impiden que infecte las células.
Los resultados del estudio mostraron que los niveles de anticuerpos IgG contra el virus eran similares en las personas embarazadas y en las no embarazadas. La respuesta inmunitaria máxima a la vacunación se produjo unas dos semanas después de la vacunación, independientemente de cuándo se iniciara la vacunación durante el embarazo.
Las cantidades de estos anticuerpos disminuyeron a un ritmo similar en las embarazadas y en las no embarazadas, hasta un 64 a 77 por ciento del pico entre seis y ocho meses después de la vacunación. Este hallazgo apoya aún más los beneficios de las dosis de refuerzo para mantener una protección óptima contra la COVID-19, independientemente del estado de embarazo.
Además, la doctora Yang y sus colegas hallaron anticuerpos IgG contra el SARS-CoV-2 en la sangre del cordón umbilical de las embarazadas vacunadas que dieron a luz, lo que confirma estudios anteriores de que la vacunación con ARNm contra el SARS-CoV-2 transmite una fuerte protección a los bebés. "Estamos muy agradecidos a los participantes que se inscribieron en el estudio para poder ayudar a otros", ha remachado la investigadora.