Mujeres musulmanas huyen de la ciudad siria de Raqqa
REUTERS / RODI SAID
Actualizado: lunes, 16 octubre 2017 8:07

   MADRID, 16 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) descubrieron que las niñas y mujeres en contextos de emergencia tienen acceso inadecuado a instalaciones y suministros seguros y privados para la gestión de la higiene menstrual (MHM, por sus siglas en inglés) con una guía insuficiente por parte de los equipos de respuesta sobre los aspectos básicos del manejo de la menstruación.

   Además, muchos empleados tienen un conocimiento limitado de lo que debería implicar una respuesta mejorada y, en cambio, se centran predominantemente en los suministros. El estudio, publicado en la revista 'Conflict and Health', es uno de los primeros análisis en proporcionar evidencia sobre los desafíos relacionados con la gestión menstrual a los que se enfrentan las adolescentes y las mujeres en contextos de emergencia y cuál debería ser la respuesta humanitaria adecuada para satisfacer las necesidades básicas de chicas y mujeres en estas situaciones.

   Más de 30 millones de niñas y mujeres están actualmente desplazadas debido a conflictos y desastres en todo el mundo; un récord los últimos aproximadamente 70 años. Un desafío común y significativo al que se enfrentan es la capacidad de llevar su menstruación de manera segura, cómoda y digna. En muchos contextos de emergencia, las mujeres y las niñas no tienen acceso a los materiales básicos, los baños y, a menudo, el agua, lo que puede aumentar el riesgo de exposición a la violencia y la explotación.

   El nuevo estudio, dirigido por Marni Sommer, profesora asociado de Ciencias Sociomédicas en la Escuela Mailman, destaca la necesidad de una mejor coordinación y colaboración entre sectores, como los que trabajan en el agua y el saneamiento, la protección, la salud y la educación, y proporciona ejemplos específicos de formas en las que se puede integrar el manejo de la menstruación en las actividades de programación y respuesta existentes. En general, las niñas, las mujeres y el personal describieron una brecha en la provisión de información práctica sobre esto en sus contextos de desplazamiento.

   Los datos fueron recogidos en septiembre y octubre de 2015 de dos poblaciones humanitarias que recibieron servicios de protección y de salud frente a la violencia de género: desplazados internos en campamentos en Myanmar y refugiados musulmanes sirios que viven en tiendas de campaña y estructuras improvisadas en todo el Líbano.

   Los investigadores entrevistaron a aproximadamente 150 adolescentes y mujeres, y un tercio participó en actividades de mapeo durante las cuales se pidió a las niñas que dibujaran sus hogares y áreas cercanas, e identificaron lugares seguros o inseguros para manejar sus periodos menstruales cada mes. También se entrevistó al personal de respuesta de emergencia en ambos sitios.

DIFITULTADES PARA CAMBIARSE DE FORMA SEGURA LOS MATERIALES PARA LA MENSTRUACIÓN

   Las niñas y las mujeres describieron los desafíos para encontrar espacios para cambiar de forma segura y privada sus materiales menstruales, limpiarse y deshacerse de los desechos menstruales. Las niñas y mujeres sirias que viven en los asentamientos informales también informaron que compartían los baños con varias familias.

   "Existe una necesidad significativa de una mejor orientación en todos los sectores relevantes para mejorar la respuesta de la administración de la higiene para la menstruación y una mayor atención a los enfoques efectivos en contextos de emergencia", dice Sommer, que también es directora ejecutiva de Grow and Know, Inc., una organización sin fines de lucro que publica libros de pubertad para niñas y niños en países de bajos ingresos.

   "Un desafío importante para abordar las barreras de MHM en emergencias es el secreto, la vergüenza y los tabúes que con frecuencia rodean la menstruación", continúa Sommer. "Las creencias culturales a menudo influyen en las prácticas menstruales, y como resultado, las niñas y las mujeres dudan en hablar abiertamente sobre la menstruación, y el personal de respuesta de emergencia puede sentirse mal equipado para explorar el tema", subraya.

   Los datos recogidos en Líbano y Myanmar también revelan la existencia de diálogos organizativos internos sobre cómo mejorar la respuesta de la gestión de la menstruación en el futuro, pero también una brecha en la evaluación documentada, incluidas las lecciones aprendidas de la programación existente sobre higiene de la menstruación, así como evaluaciones insuficientes de las experiencias de los beneficiarios.

   "Estas dos evaluaciones destacan la necesidad de que la comunidad de respuesta humanitaria comprenda mejor la definición holística de una respuesta de MHM, que incluye la provisión de instalaciones de higiene amigables para las mujeres, información apropiada, así como suministros menstruales de apoyo", señala Sommer. "El liderazgo claro y designado en esto y una mayor colaboración intersectorial en una emergencia es fundamental. Y el componente más esencial sigue siendo la consulta continua con las adolescentes y las mujeres", concluye.

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