MADRID, 24 Feb. (EDIZIONES) -
Al igual que sucede con el resto del cuerpo, la vista también envejece con los años. Además, y conforme nos vamos echando años a la mochila tenemos más posibilidades de ir generando patologías oftalmológicas, cuyas repercusiones pueden llegar a ser muy importantes. De ahí que sea fundamental prevenirlas en la medida de lo posible.
"Someterse a reconocimientos periódicos nos ayudará en esta tarea. Alrededor de un 30% de las personas mayores de 65 tienen problemas de visión, aunque sólo unos pocos sufren una alteración lo suficientemente importante como para limitarles en su vida diaria, muchos menos aún pueden ser considerados ciegos, y sabemos que ninguno de esos casos se debe simplemente a la edad", sugiere en este sentido la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
En cualquier caso, esta entidad científica defiende que "lo que hay que tener muy claro" es que el mero hecho de ser mayor no justifica la pérdida de visión, y siempre que ésta aparezca, se debe sospechar de un problema patológico, aunque hay una excepción a esta regla: la presbicia o vista cansada.
En una entrevista con Infosalus, Pablo Catalán, oftalmólogo del Hospital Victoria Eugenia de Sevilla, de Cruz Roja Española, indica en este sentido que la presbicia es "bastante frecuente" entre los mayores de 65 pero suele aparecer sobre los 40 años, y responde a un proceso de envejecimiento más precoz.
Desde la SEGG, explican aquí que, con la edad el ojo pierde capacidad de acomodación como consecuencia de que el cristalino (la lente que tenemos dentro del ojo) se vuelve menos elástico, y así se dificulta la visión nítida a distancias cortas. "Ello justifica que intentemos enfocar los objetos separándolos de nuestra cara hasta conseguir ver suficientemente los detalles. Es lo que nos ocurre con la lectura, la costura y los trabajos de precisión en general. Esto es algo que a los 65 todo el mundo ha corregido con ayuda del óptico, mediante la utilización de lentes fijas o progresivas", matiza.
Por otro lado, el doctor Catalán recuerda que es muy frecuente que en esta edad las personas tengan miopía, hipermetropía, o astigmatismo, ya que también se suelen detectar en edades tempranas. "Es raro que aparezcan después. Eso sí, por ejemplo cuando aparecen las cataratas las personas se miopizan", precisa el experto del Hospital Victoria Eugenia de Sevilla.
En cuanto a esta afección, la SEGG recuerda que se trata de un problema de ceguera reversible, bastante frecuente con la edad, cuyos factores de riesgo son: sexo femenino, el tabaquismo, o el uso continuado de corticoides, además de la diabetes o la malnutrición.
"Consiste en opacidades, más o menos grandes y densas, del cristalino, que dificultan la visión, al restringir el paso de la luz a su través. Se caracteriza por una disminución de la visión lenta y progresiva. Cuando las opacidades están situadas periféricamente, apenas producen síntomas, pero si éstas se sitúan más centralmente dan lugar a un deslumbramiento, a borrosidad, a distorsión de la visión, y a veces a visión doble. La visión de los colores se percibe atenuada y hay menor sensibilidad a los contrastes. El tratamiento pasa por la cirugía y los resultados suelen ser muy buenos", aprecia.
Asimismo, se encontraría la Degeneración Macular Asociada con la EDAD (DMAE), según la SEGG, la causa más frecuente de ceguera en personas de más de 65 años. Consiste en una lesión de la retina, por la acumulación de sustancias de desecho, en una zona de importancia capital para la visión, en la mácula, que permite una visión cercana de precisión.
"Son diversos los factores de riesgo conocidos, entre los que se encuentran: hipertensión, alteraciones de lo lípidos, hábito tabáquico, consumo de alcohol, diabetes y obesidad. Suele manifestarse como una disminución brusca de la agudeza visual que suele acompañarse de visión deformada de los objetos o bien, en otras ocasiones, como una 'mancha' central que se hace más notable en la visión próxima", valora la sociedad científica española.
Con ella, la visión cercana puede verse muy afectada, "limitando e incluso imposibilitando", todas las actividades relacionadas con la lectura o el reconocimiento de los objetos o las caras, ya que, cuando miramos algo, fijamos la visión precisamente en la mácula. Sin embargo, la visión periférica se mantiene, por lo que las actividades ligadas a la movilidad pueden conservarse.
"Aunque el pronóstico sigue siendo negativo, el tratamiento ha evolucionado mucho en los últimos años y en la actualidad redisponemos de un abanico importante de procedimientos capaces de frenar la evolución", señala la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
El glaucoma, según el oftalmólogo Pablo Catalán, es otro de los problemas que presentan en la vista las personas de más de 65 años, y según advierte éste no está tan asociado a la edad, y sí a los problemas genéticos. Se trata de una enfermedad del nervio óptico que suele asociarse a una presión ocular elevada.
"Su principal característica es la ausencia de síntomas, algo que explica la dificultad en su detección. Cuando la enfermedad está muy evolucionada se produce una restricción del campo visual, de manera que se hace más pequeño, pudiendo incluso llegar a la ceguera. Son múltiples los tratamientos", indica la SEGG.
A su vez, el ojo diabético representa otra de las patologías oftalmológicas presentes en las personas de más de 65, una afección que suele aparecer, según el doctor Catalán, en personas que presenten diabetes desde hace más de 10 años, y no sigan un control de la misma.
Puede manifestarse de varios modos, según la SEGG, aunque lo más común es que aparezcan manchas en el campo visual, producidas por la presencia de hemorragias en la retina, o una mala visión central, provocada por la afectación de la mácula. "Pero lo más común es que el paciente no note nada, a pesar de tener las lesiones. De nuevo en este caso, es fundamental someterse a un reconocimiento periódico. Una vez que han aparecido las lesiones, el tratamiento es complejo y el seguimiento debe ser muy estrecho", asegura.