MADRID 3 Abr. (EDIZIONES) -
Con frecuencia, el dolor del anciano no se controla con los llamados 'fármacos de primer escalón'. En el caso del dolor moderado-severo, y en el del dolor neuropático tienen su indicación los opioides y los adyuvantes, según precisa la Sociedad Española de Dolor (SED). No obstante, como ocurre con muchos fármacos, no se dispone de una clara evidencia que nos permita utilizar estos fármacos con seguridad, pero cada vez hay más experiencia que avala su uso.
Según recuerda, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el tratamiento con opioides es de elección para el dolor oncológico moderado-severo y cada vez existe mayor evidencia para el dolor no oncológico. "No se dispone de una clara evidencia sobre el tratamiento de opioides en ancianos, ya que sólo el 3,4 por ciento de los ensayos randomizados incluyen a ancianos, y siempre menores de 85 años y sin pluripatología", aclara la SED.
En cuanto a los efectos secundarios de los opioides en ancianos, remarca que estos tienen un 10-25 por ciento más de riesgo de desarrollar efectos adversos que los jóvenes, lo que interfiere con el uso a largo plazo, así como en el cumplimiento terapéutico. Entre otros se encontrarían los efectos secundarios gastrointestinales, depresión respiratoria, neurotoxicidad. También se han relacionado con un aumento de las lesiones o fracturas, laceraciones, aunque en estos pacientes puede haber muchos factores de confusión.
En este sentido, el doctor Emilio Blanco, coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor en el Anciano de la Sociedad Española de Dolor (SED), aclara en una entrevista con Infosalus que en las personas ancianas se suelen prescribir este tipo de fármacos porque, a diferencia de otros grupos poblacionales, en las personas de edad avanzada hay más enfermedades que cursan con dolor muy intenso.
"En las personas de edad avanzada son más frecuentes los procesos que cursan con dolor muy intenso, por ejemplo, las metástasis óseas, algunos tipos de cáncer de cabeza y de cuello, el cáncer de páncreas, las fracturas vertebrales por osteoporosis, las radiculopatías dolorosas, las neuropatías periféricas como la neuralgia postherpética, las neuropatías diabéticas o las neuropatías por quimioterapia o radioterapia", añade.
QUÉ OPIOIDES SE EMPLEAN
Además, apunta que en los ancianos se emplean los mismos opioides potentes que en los adultos, teniendo en cuenta algunas particularidades por la edad, como los déficits cognitivos, y que pueden tener otras patologías y comorbilidades, por lo que con mayor frecuencia pueden estar polimedicados. En este sentido, puntualiza que el patrón de todos los opioides potentes es la morfina.
Sobre por qué se les tiene tanto miedo cuando en realidad se suelen emplear en muchos tratamientos, Blanco considera que la crisis de opioides en Estados Unidos ha tenido mucho que ver. "El problema de los opioides potentes no es emplearlos muchas o pocas veces, es emplearlos bien, cuando están indicados, después de valorar correctamente el dolor, y de acuerdo con los protocolos y criterios de selección y uso establecidos por los consensos y las guías nacionales e internacionales que soporten la mayor evidencia científica", subraya el experto de la SED.
En este contexto, asegura que siempre se explicará convenientemente, y en el lenguaje más sencillo posible al paciente o a sus cuidadores, por qué se indica y cuáles son los posibles efectos secundarios del tratamiento, solicitando su consentimiento.
Con todo ello, destaca que los opioides potentes son una opción válida de tratamiento ante el dolor severo que no ha respondido a otras terapias, y en el caso de las personas mayores hay que adelantarse a los efectos adversos, y conocer cuáles son los cambios en el metabolismo y en la eliminación de los fármacos, evaluando la función hepática y renal.
A su juicio, también es muy importante considerar el deterioro cognitivo, la vulnerabilidad a caídas, la posibilidad de delirios o de sedación, y evitar la asociación con benzodiazepinas u otros fármacos depresores del sistema nervioso central.
"El tratamiento se inicia con la menor dosis posible para obtener un alivio significativo del dolor, con los mínimos efectos secundarios. Hay que prestar mucha atención a los signos de toxicidad, como el lenguaje alterado, o si se encuentran demasiado somnolientos o adormecidos", advierte el miembro de la Sociedad Española de Dolor.
Siempre se debe monitorizar el tratamiento y la respuesta en términos de alivio del dolor, funcionalidad y mejora de la calidad de vida. "Los opioides potentes no causan dependencia si se utilizan correctamente, su retirada será lenta y se evita de esta manera el síndrome de abstinencia", sentencia el coordinador del grupo de trabajo de Dolor en el Anciano de la Sociedad Española de Dolor (SED).