MADRID, 15 Feb. (EUROPA PRESS) -
La terapia en espejo permite que todos los pacientes que han sufrido un ictus grave recuperen la movilidad en el brazo, según ha mostrado un estudio realizado a 31 pacientes del Servicio de Neurorehabilitación y Daño Cerebral de Hospitales Nisa y que ha sido publicado en la revista 'European Journal of Physical and Rehabilitation Medicine'.
Y es que, la debilidad y consecuente pérdida de la funcionalidad del miembro superior es uno de los síntomas más frecuentes y discapacitantes después de un ictus. De hecho, cerca del 85 por ciento de los pacientes que lo sufren presentan una incapacidad para utilizar su brazo dominante inmediatamente después del accidente cerebro vascular, y hasta el 60 por ciento de ellos padecen algún tipo de limitación en sus actividades diarias debido a este déficit seis meses después del ataque.
"Un instrumento tan sencillo y económico como un espejo pegado al lateral de una caja, proporciona una gran alternativa terapéutica para la rehabilitación del miembro superior parético en pacientes con ictus graves y crónicos", ha comentado la doctora Carolina Colomer.
TÉCNICAS DE NEUROIMAGEN
En este tipo de terapia, denominada terapia en espejo, el miembro afecto se coloca dentro de la caja, de forma que queda tapado a la vista del paciente. El espejo, a nivel de la línea media corporal, reflejará el miembro sano y, al moverlo, da la imagen contralateral creando la ilusión visual de que el brazo afecto se mueve con normalidad.
En este sentido, mediante técnicas de neuroimagen, se ha demostrado que esta terapia es capaz de activar los circuitos motores cerebrales afectados después del ictus y a medio plazo mejora la fuerza perdida. Y según ha señalado el neurólogo Enrique Noe, estudios previos han mostrado la eficacia de este tipo de tratamiento en pacientes con déficits motores leves o moderados pero hasta la fecha no se había demostrado su eficacia en pacientes crónicos, más de seis meses después del ictus, con déficits graves.
Ahora bien, todos los pacientes incluidos en este trabajo, presentaban un déficit motor grave del brazo y en todos habían transcurrido al menos seis meses después del ictus. Tras 24 sesiones todos los pacientes recuperaron cierto grado de movilidad del miembro superior y, característicamente, los que fueron sometidos a la terapia en espejo mejoraron la sensibilidad del brazo, especialmente la sensación de tacto y presión.