MADRID, 19 Jun. (EUROPA PRESS) -
Podrías tener 60 años… pero tu cerebro aparentar 75. Un nuevo estudio revela que esa diferencia invisible —la llamada brecha de edad cerebral— podría explicar por qué algunas personas con factores de riesgo como hipertensión o diabetes pierden memoria y capacidad mental más rápido. Gracias a la inteligencia artificial y escáneres cerebrales avanzados, los científicos han descubierto una nueva forma de predecir el deterioro cognitivo antes de que aparezcan los síntomas... y los resultados son tan impactantes como reveladores.
La diferencia entre la edad prevista del cerebro y la edad cronológica real, llamada brecha de edad cerebral, puede influir en la relación entre los factores de riesgo de deterioro cognitivo, como la presión arterial alta y la diabetes, y el rendimiento cognitivo de una persona, también conocido como habilidades de pensamiento y memoria, según un estudio de la Universidad Nacional de Singapur (Singapur) publicado en 'Neurology', la revista de la Academia Estadounidense de Neurología.
Los avances en neuroimagen han llevado al desarrollo de herramientas de aprendizaje automático, entrenadas en escáneres cerebrales, que pueden ayudar a detectar diferencias en cómo envejece el cerebro de las personas y predecir la edad biológica del cerebro.
"A medida que envejecemos, nuestro cerebro cambia, con menor volumen cerebral y menos vasos sanguíneos que sostienen el tejido cerebral, y las enfermedades pueden agravar estos cambios, afectando profundamente la salud cerebral", apunta la autora del estudio, la doctora Saima Hilal, de la Universidad Nacional de Singapur.
"Estos signos de envejecimiento cerebral se pueden observar en escáneres cerebrales, que muestran si el cerebro de una persona aparenta más edad de la que realmente tiene. --contiúa--. Nuestro estudio descubrió que tener más factores de riesgo de deterioro cognitivo se asocia con un menor rendimiento cognitivo, y la diferencia de edad cerebral desempeña un papel clave en este sentido. Este efecto fue más notorio en personas con enfermedad cerebrovascular".
El estudio incluyó a 1.437 personas sin demencia que tenían una edad promedio de 66 años. De ellos, el 60% no tenía deterioro cognitivo. Los historiales médicos de los participantes se recopilaron mediante cuestionarios, entrevistas y revisión de la medicación. También se les realizaron exámenes físicos, análisis de laboratorio y tomografías cerebrales.
Para medir los factores de riesgo de deterioro cognitivo, los investigadores calcularon una puntuación para cada participante basándose en los siguientes factores de riesgo: edad, origen étnico, educación, tabaquismo pasado y actual, índice de masa corporal, síntomas depresivos, hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto y accidente cerebrovascular. Las puntuaciones más altas indicaron una mayor probabilidad de deterioro cognitivo.
Asimismo, para medir las habilidades de pensamiento y memoria, o el desempeño cognitivo, los participantes tomaron pruebas de función ejecutiva, atención, lenguaje, memoria, visoconstrucción, que implica la capacidad de copiar un dibujo o construir un modelo, y velocidad visomotora, que es la rapidez con la que alguien procesa información visual y la convierte en acción.
Los investigadores descubrieron que las puntuaciones más altos de los factores de riesgo de deterioro cognitivo se asociaban consistentemente con un peor desempeño cognitivo, especialmente en cuanto a visoconstrucción y velocidad visomotora.
Mediante aprendizaje automático, los investigadores desarrollaron un modelo de predicción de la edad cerebral para revisar las exploraciones cerebrales de los participantes y determinar la edad cerebral biológica prevista de cada uno. Posteriormente, restaron la edad cerebral cronológica de cada persona a su edad cerebral prevista para calcular la diferencia de edad cerebral. Una diferencia positiva de edad cerebral implicaba un envejecimiento cerebral acelerado.
Los investigadores también utilizaron escáneres cerebrales para buscar marcadores de enfermedad cerebrovascular, como microhemorragias e infartos, áreas de tejido muerto debido a la falta de irrigación sanguínea. Compararon a personas con niveles altos y bajos de marcadores.
Los investigadores descubrieron que, en personas con una gran cantidad de estos marcadores de enfermedad cerebrovascular, la diferencia de edad cerebral influía en cómo los factores de riesgo de deterioro cognitivo afectaban las habilidades de pensamiento y memoria, especialmente en áreas como la función ejecutiva y el lenguaje.
Encontraron que la proporción de mediación, o en qué medida la relación entre los factores de riesgo de deterioro cognitivo y las habilidades de memoria de pensamiento se veía afectada por la diferencia de edad cerebral, fue del 20% en general, del 34% para la función ejecutiva y del 27% para el lenguaje.
"La brecha de edad cerebral puede ser un biomarcador útil para determinar el riesgo de deterioro cognitivo de una persona", apunta Hilal. "Nuestros hallazgos sugieren que el envejecimiento cerebral acelerado puede ser un factor importante que vincule los factores de riesgo de deterioro cognitivo con las habilidades de pensamiento y memoria en adultos con enfermedades cerebrovasculares".
Una limitación del estudio fue que solo se centró en personas del sudeste asiático, por lo que los resultados podrían no ser los mismos para otras poblaciones. Los investigadores tampoco pudieron examinar los efectos del ejercicio, la dieta y los marcadores genéticos de la enfermedad de Alzheimer en la estructura cerebral y la cognición, ya que no se disponía de datos de todos los participantes.